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ANDANZAS ANTROPOLÓGICAS: Sobre Mujeres en el Período Misional

jueves, 10 de septiembre de 2015 · 00:00
Por: Mtra. Antrop. Física. Martha Elena Alfaro C.*
 
 
Cuando se piensa en las Misiones de la Península, por lo general se viene a la mente, la imagen de un fraile iniciando la catequización de los nativos en medio del desierto seguido a su vez de un puñado de soldados durante agobiantes expediciones en el nuevo territorio. Pero ¿qué lugar ocupan en esta historia las mujeres comunes nativas y foráneas? 
 
Desde el establecimiento de las primeras misiones, mujeres, niños y ancianos jugaron un papel clave en el proceso de aculturación. Las mujeres y niños indígenas fueron empleados como la puerta de entrada al proceso de catequización y adoctrinamiento de los nativos, pero estuvieron también sujetas a distintos grados de restricción y violencia por soldados y autoridades políticas. Estos llevaron a generar una serie de pautas normativas para el manejo y protección de las mismas dentro del sistema misional.
 
Por su lado, las congéneres extranjeras proveían múltiples servicios al proceso de colonización, además de participar en la "reproducción biológica”, proveían un modelo o vínculo para inculcar los valores católicos, fueron además insertándose en la sociedad misional como maestras, enfermeras, matronas, entre otras labores, llegando algunas a resaltar en la historia por salirse de la esfera de costumbres del período.
 
Los registros etnohistóricos apuntan que las familias están conformadas por cuatro o cinco miembros unidos por lazos de parentesco. Testimonio que se confirma en el análisis de partidas bautismales, matrimoniales y defunciones de las diferentes misiones del territorio, en donde se advierte un promedio de dos a cuatro hijos por familia. 
 
Sin embargo, estos datos revelan información sobre hijos vivos al momento del registro y no necesariamente la cantidad de embarazos llegados a término con sobrevivencia del infante. Durante este tiempo prevalecía una alta mortalidad infantil durante los primeros meses y años de vida de los infantes, por lo que existe la posibilidad que hubiera embarazos por pareja en los que el bebé se haya perdido o muerto por diversas causas durante la gestación o poco tiempo después del nacimiento. 
 
En el transcurso del período la mayoría de las parroquias mostraron un importante descenso en el número de nacimientos, consecuencia en parte a las epidemias que golpearon duramente las Misiones, afectando esta situación el número de nacimientos y elevando el número de muertes. Lo que aunado a otras causas contribuyó a una drástica disminución de la población nativa. 
 
La salud de las mujeres en edad reproductiva se vio igualmente afectada durante este tiempo por las múltiples epidemias, crisis agrícolas y sociales que atravesó la península, como puede inferirse con base a los casos bioarqueológicos recuperados en sitios misionales. Observándose en los restos óseos diversas patologías relacionadas con carencias nutricionales y/o evidencia de procesos infecciosos, como la osteoporosis, la hiperostosis porótica, la periostitis, la brucelosis, la tuberculosis, por mencionar algunos rasgos patológicos.
 
Las mujeres fallecidas durante las epidemias, fueron enterradas en pequeños ataúdes de madera o directamente sobre la tierra -amortajadas por apenas una sábana de material perecedero-. En pocos casos fueron acompañadas por un pequeño rosario o cruz de cobre. 
 
Las sepulturas se hacían en los "atrios” o áreas cercanas a la iglesia, colocando sus restos de acuerdo a la tradición cristiana en "posición devota” -esto quiere decir  recostadas boca arriba con los brazos sobre los costados, las manos colocadas sobre la zona pélvica y los pies uno encima de otro (a semejanza de cristo en la cruz)-; sobre sus esqueletos se esparció cal de acuerdo a la norma sanitaria de le época, con la finalidad de acelerar el proceso de descomposición en un intento de disminuir la propagación epidémica.
 

* La autora es profesora-investigadora del Cinah-BC-BCS

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