Empalme

viernes, 10 de febrero de 2012 · 00:00

Ensenada, B.C.

El tren avanzaba  en su recorrido plano, la parada de Empalme quedaba ya al otro lado del desierto. Las ventanillas del carro de segunda clase no se cerraban, en medio de julio eso era en parte un alivio. El calor desmedido del día se juntaba con el viento arenoso de la tarde, sobrellevándolo de mejor manera, los pasajeros tomaban agua, los hombres se quitaban las camisas y los niños quedaban solo en pañales.

Luis agitaba un periódico en su cara, con el paliacate que traía al cuello enjugaba el sudor de su rostro, sin embargo venía viendo el camino hacia adelante como anticipando su llegada.

Leía una carta que doblaba y guardaba para volver a buscarla y volver a leer.

Voy a encontrarme con la que será mi esposa - dijo suavemente a la pareja que viajaba con un niño en el asiento de al lado. 

-No la conozco, es hermana de mi cuñada. Cuando mi hermano se casó y nos visitó en el rancho me enamoré de su esposa, yo no dije nada, era un chiquillo y la seguía por todas partes, tenía una mirada tierna, sus ojos se entrecerraban cuando reía y en la mañana cepillaba su cabello con una escobeta, frente a la ventana, su pelo largo se extendía como un pañuelo negro, luego hacía una trenza que llegaba a media espalda.

-Un día vas a conocer a mi hermanita Blanca, es como de tu edad, cuando sean mayores los vamos a presentar.

- Los años pasaron, quizá fueron muchos, me fui a trabajar al campo en Texas pero siempre mantuve la imagen de Clara mi cuñada.

 Su familia salió de su pueblo y nada más quedaron los viejos con Blanca la hermana menor. Dedicada al cuidado de los ancianos  pronto le llegó el tiempo de pensar que nunca saldría de allá. Tenía casi treinta años, en el pueblo no quedaban más que los hombres viejos y los enfermos. Un día en una carta su hermana le contó de Luis su cuñado, le contó que era trabajador y que vivía en Texas pero que iría a su pueblo para buscarla pues no se  había casado y no quería andar solo, le envió un sobre con dirección y estampillas para que le contestara directamente a él a Sonora.

A lista de Correos

Sr. Luis Cerdeña:

“Señor Luis, recibo contenta su invitación para ir a vivir con usted a Texas previo matrimonio legal. Soy mujer de pueblo, trabajadora y simple. Puedo coser sus camisas, hacer dulce de membrillo, y tejer lana, me gustaría tener un jardín pequeño y solamente quiero que usted me respete, sea aseado y le guste leer libros, si no hace esto puede aprender, con que lea es suficiente. Sé que toca la guitarra y que tiene ojos claros.

Estaré en la estación de Mazatlán con mis tíos como lo indica en su carta a mi hermana, el día primero del mes entrante, de ahí no me moveré” Atentamente su segura servidora, Blanca.

- La preocupación que traigo es que la cita era para el lunes y llegaré apenas tempranito hoy que es miércoles, es que me robaron la cartera en Empalme, así es que tuve que conseguir dinero para llegar hasta acá.

- No se preocupe, verá que ahí la va a encontrar.

Al llegar a la estación, los pasajeros se apresuraron a bajar para buscar agua y comida, otros subían y se acomodaban en los lugares vacíos. El hombre se despidió y bajó con su mochila de lona al hombro. El andén se llenaba de bullicio entre saludos y despedidas. Una mujer sobresalía apartada de los transeúntes, alta y delgada sostenía una  hoja de papel que decía: Soy Blanca.

Todo principio

no es más que una continuación,

y el libro de los acontecimientos

se encuentra siempre abierto a la mitad.

( Szymborska, Wislawa.Amor a primera vista)

 

hada.ceniceros@gmail.com

 

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