Nostalgias

Por: Hadassa Ceniceros
viernes, 24 de octubre de 2014 · 02:31
Nos movemos con expectativas. Desde que recordamos las frases de "cuando….(pase tal o cual cosa)…” cuando vayas a la escuela, cuando cambie de trabajo, cuando me paguen, cuando seas grande, cuando te cases, cuando tengas hijos, cuando sepas, cuando aprendas. El asunto es que llegamos a esos sitios de la vida esperados o anunciados de antemano sin darnos cuando la hora del arribo o el momento de la partida.
La nostalgia de suyo significa el dolor por regresar. Volver a una época, regresar a una vida, recordar con sentimientos de tristeza o melancolía un momento o una etapa pasada.
Aprender temprano que todo en la vida queda adelante y que volver la vista atrás sirve para recrear tiempos idos sin resentimientos es tarea complicada. Cada uno de nosotros desarrollamos distintos grados de sensibilidad, a los cinco años lloraba cuando escuchaba una canción que decía "en el tren de la ausencia me voy…” yo me acordaba de mi abuelita a quien recién había conocido pero relacionaba el tren con su despedida, no sé qué más pensaba pero la sola melodía me hacía llorar con grandes sollozos, en aquellos tiempos mi sentimentalismo despertaba sonrisas y  me ganaban un chicle de bomba color rosa lo cual ahuyentaba mis tristezas. Ojalá la vida siguiese igual de fácil de resolver, ojalá las nostalgias fuesen solamente una despedida por un viaje y que una golosina nos distrajera de la pena.
Las preguntas son ¿hacia dónde caminamos? ¿Qué recuerdos se están construyendo para la memoria de  jóvenes y de niños? ¿A qué distancia de nuestros recuerdos de adultos mayores ya, están los temas actuales? ¿Cómo contribuimos al estado actual de las cosas? No busco culpables, no podría, responsables tampoco, digo contribuir y ahí es donde cuestiono la participación propia. Me pregunto por el límite de mi responsabilidad como madre, padre, trabajador, empleado, ciudadano, ser humano. No apelo a los conceptos religiosos porque entiendo que el bien es la búsqueda suprema y  ahí tendría que mencionar creencias distintas, digamos que invocaría valores y principios éticos presentes en la búsqueda por el crecimiento y la superación.
Vivimos en días en que la alegría es matizada por la realidad que oprime el corazón y lastima el sentimiento. 
Pienso entonces en extender una puesta de sol sobre el mar en una tarde clara y fresca, quiero alcanzar a todos los niños del mundo con un sabor a sandía fresca o de agua dulce con tamarindo. Quiero untar las manos y los pies cansados de aromas a aceites de lavanda o sándalo y mirar sonrisas en rostros agrietados por el tiempo. Quiero pues cobijar con el mejor color, el más suave aroma, la más tersa textura y el paisaje más bello desde el pasado remoto en la memoria hasta el deseo esperanzador de futuro. Esa es la nostalgia que quiero fabricar y compartir a manos llenas, aunque sea por un día.

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