Los días que corren

jueves, 24 de julio de 2014 · 20:39
No sé si sea cuestión de la edad o si de verdad los tiempos actuales nos presentan temas sobre realidades dolorosas y controversiales. En un mundo cada vez más intercomunicado en donde las noticias se conocen si no simultáneamente al menos con muy poco tiempo de que tienen lugar, nos encontramos con un cúmulo de temas que despiertan las opiniones variadas en el mundo. 
Llama mi atención, y a eso me refiero cuando hablo que puede ser una percepción debido a mis años, antes no lo advertía igual, y es la idea de que el odio y el desprecio aumentan en sus manifestaciones en relación a aspectos, conductas, formas de ser y de pensar de personas diferentes a la mayoría. Basta leer sobre estos temas en los principales periódicos nacionales e internacionales en línea para ver en la sección de "comentarios” la rabia con la que algunos lectores con nombres en ocasiones sin rastro, denuestan a quienes manifiestan pertenencia a distintas formas de pensar.
Programas televisivos presentan pretendidos comediantes que lo mismo hacen mofa de viejos, mujeres, enanos, homosexuales, extranjeros, diferencias raciales, diferencias religiosas, ideológicas y un largo etcétera, en búsqueda de la risa fácil y el aplauso automático.
Esta situación no es un tema exclusivo de nuestro país pareciera ser una condición humana muy de moda, diría yo bullying internacional. 
La violencia tiene tantas expresiones como faltas de respeto se cometan contra otros. 
El deterioro de las formas para la educación básica en valores éticos y con sensibilidad humanística deviene indiferencia ante debilidades, diferencias y vulnerabilidades presentes en todos los grupos humanos. 
Las expresiones de menosprecio solamente son instantáneas de lo que somos como sociedad y de la complicidad e indiferencia con la que permitimos los abusos, agresiones, crímenes y guerras tengan lugar en un parpadeo quizá con la idea alienada de que este es asunto de otros. La foto grande, la panorámica resulta peor: guerras, intolerancia fundamentalista, abuso de poder, agresiones a derechos fundamentales en nombre de religiones hacia quienes se atreven a romper con formas establecidas por mayorías intolerantes. Las notas de hombres y mujeres huyendo de sus lugares de origen, las fotografías de padres cargando a sus hijos heridos mortalmente por ataques, las noticias sobre padres de familia agrediendo a una maestra por su orientación sexual son las expresiones extremas. En cortito, en lo doméstico la manera en que se le dice a un niño frágil que parece "vieja”, o llamar "chilango” a manera de insulto a cualquiera que tiene un acento en su voz diferente al propio, y con eso querer describir formas no gratas de ser, son el principio de discriminación, agresión y violencia que crecerá con el tiempo.
Lo dicho, solamente el ejemplo comedido y respetuoso es el fundamento a nuevas y mejores formas de ser.

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