Hombres veletas... (Un llamado a la conciencia)

sábado, 19 de julio de 2014 · 21:57
En este mundo escurridizo de las conveniencias, de los intereses egoístas, del relativismo, de la cultura light, es como han proliferado los hombres veletas, hombres que se mueven de acuerdo a como los oriente el viento; oportunistas, vividores, inconstantes, no confiables. Hoy pueden estar aquí dando muestras de un convencimiento tal que se esfuerzan por demostrarlo... mañana podrán estar en el otro extremo y, para ello, también tendrán argumentos contundentes para convencernos de que les asiste la razón.
Los hay faltos de autenticidad que se acomodan fácilmente en un grupo u otro dependiendo como soplen los vientos del mayor interés; pobres espectros de hombres que no tienen movimiento propio, pues son arrastrados por las aguas de la conveniencia egoísta, por los vientos que los despersonalizan
Si son creyentes lo ocultan porque el momento lo amerita; si simpatizan con algún partido o candidato evitan mezclarse con los otros para no "quemarse”. Así son las cartas con las que juegan; son capaces de terminar hasta con las amistades de toda la vida.
No hay hecho más triste que observar la forma de proceder de los hombres veletas: algunos medrosos, otros vivales, oportunistas, carentes de toda moral que para escalar posiciones no les interesa aplastar a otros.
Los hombres veletas son seres carentes de valores. Si son padres de familia dan un mediocre ejemplo a sus hijos, los cuales no verán en ellos a los hombres de convicciones firmes, a los hombres de carácter que saben lo que quieren y son constantes para lograr sus objetivos, no se diga la esposa que tiene ante sí a un convenenciero que no sabe de lealtades, un "hombre” que de seguro habla fuerte en su casa, "impone” su voluntad, pero cuando está ante su superior habla bajo, sumiso y entrega su voluntad. Pobre caricatura de "hombre”.
Los hombres veletas son fácilmente comprables, tienen precio, son, además, manejables con tal de lograr lo que quieren, para ellos el fin justifica los medios.
¿Queremos ciudadanos veletas? ¿Queremos estudiantes veletas? ¡ claro que no!, lo que necesitamos son hombres bien definidos, congruentes, que tengan claro el camino, que aporten, que construyan, que tengan moral y sepan decir ¡no! cuando tengan que decirlo y decir ¡sí! cuando así lo quieran porque sus valores son las brújulas que orientan su proceder.
Dicen que el ejemplo arrastra, de allí la importancia que los padres debemos darle para encarnar estos valores en el hogar. Asimismo, la escuela que es prolongación en ese proceso educativo y formativo donde se forjan los hombres del mañana, pues de no ser así, estaremos formando hombres sin contenido, sin sustancia, con un gran vacío existencial, carentes de vínculos y compromiso con su comunidad; hombres veletas carentes de libertad, pragmáticos y banales, fríos, sin opinión propia, deshumanizados y manipulables, que además quieren tener un Dios a su medida para dar rienda suelta a la permisividad y eludir sus responsabilidades.
Urge formar hombres libres, capaces de aspirar por lo mejor, que sus caminos estén sembrados de bien, capaces de buscar lo noble y hermoso que hay en esta tierra, amantes de la verdad, que sustenten su quehacer sobre una jerarquía de valores.
Hay que admirar al que piensa diferente a nosotros pero que es congruente, al que igual que nosotros anda tras la búsqueda de la verdad y cuando cree poseerla la defiende frente a cualquiera y donde quiera, siempre respetando la dignidad de las otras personas.
Hoy que el ambiente político se presta, vale decir que también queremos políticos que no sean veletas, queremos hombres y mujeres que sustenten su quehacer en un proyecto bien definido, que principios y valores orienten sus actuaciones y no que careciendo de estos sean presas de todos los vientos, de los intereses o de un pragmatismo que se anteponga a los valores.
El hombre veleta no tiene conciencia del servicio a los demás, su fragmentada "personalidad”, carente de reservas psicológicas es arrastrada por la mediocridad y no tiene nada que aportar. Carece de fuertes cimientos morales no sabe decir no y se presta a las acciones más denigrantes con tal de sobrevivir.

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