No escucho, no miro, no siento

martes, 19 de agosto de 2014 · 22:31
A veces dan ganas de darle vuelo a la imaginación y a la reflexión. Iniciamos y no sabemos de su alcance, hasta dónde nos irán a llevar.
Me pregunto: ¿de qué sirve un hombre o una mujer que hacen de sus vidas unas islas, son incapaces de tender puentes de comunicación hacia los demás, pero sí son expertos arquitectos para construir los muros de la incomunicación, del aislamiento, del muy poco me importa lo que suceda a mi alrededor.
Hombres y mujeres sin compromisos sociales resguardados en su torre de marfil para no adquirir responsabilidad alguna. Hombre y mujeres que no conocen la palabra solidaridad, y por lo tanto no quieren o no pueden extender el brazo hacia el otro para ayudarle.
Pobre sociedad aquella que día a día ve incrementarse esta clase de especímenes que son alérgicos a pertenecer a organismos intermedios y con ello enriquecer el tejido social.
Pareciera ser que el egoísmo echó sus raíces en ellos y sólo ven hacia dentro buscando lo que a ellos los beneficie sin importar el costo que represente.
Incapaces de escuchar el grito o llanto del dolor humano que los rodea y solicita su aliento, su ayuda. Sus ojos ven por encima del dolor que les rodea, su vista se pierde en un horizonte difuso y sus sentimientos permanecen congelados frente al amor que deberían sentir por sus semejantes.
No escucho, no miro, no siento. ¿Cuántos sentados frente al televisor oyen sin escuchar, ven sin mirar e imperturbables son testigos de injusticias que no les dicen nada, que no tocan las más sensibles fibras de su corazón? Ya no son seres libres sino programados por algunos medios.
Un país es lo que son sus ciudadanos. Pobre país aquel que tiene por tales a gentes sin compromiso social, incapaces de levantar su voz frente a las injusticias, que calle cuando los derechos humanos son pisoteados, que se quede cruzados de brazos frente a una educación mediocre que reciben sus hijos y con ello les estén cancelando un futuro que podría ser prometedor, esperanzador…
No escucho, no miro, no siento es el lema de los mediocres que no quieren que la sociedad se exprese, que haga valer su inteligencia y voluntad. La comodidad del no compromiso los tiene idiotizados dejando que unos pocos decidan por ellos porque están vacíos de ideas, no tienen contenidos, les falta creatividad, son pusilánimes, les falta amarse a sí mismos, tener una buena autoestima, sentir que valen; les es más fácil volar bajo como las aves de corral en lugar de emprender el vuelo como las águilas.
El mejor camino para contrarrestar esa apatía, dejadez y desinterés por lo que nos rodea es la educación y la cultura, caminos por donde debemos transitar desde muy jóvenes para moldear nuestras vidas haciendo un uso correcto de nuestra libertad responsable que es una libertad liberadora y formadora de auténticos ciudadanos.
¿Queremos cambiar a México para bien? Cambiemos nosotros, no dejemos que se nos deshaga nuestra patria que tiene una gran riqueza que debemos custodiar y acrecentar, por eso hay que mirarla, escucharla y sentirla.

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