LA BRÚJULA

Las letras bajacalifornianas están de luto

Por Heberto J. Peterson Legrand
lunes, 13 de agosto de 2018 · 00:00

Joaquín Martínez Torres, fecundo Cuentista, Poeta, Médico y Amigo, nos ha dejado físicamente para ir al encuentro del Creador y de seguro allá seguirá siendo creativo y su musa Graciela que está entre nosotros seguirá siendo su inspiración, hasta que nuevamente estén juntos por siempre.

Tengo frente a mí, siete de sus obras y estoy seguro alguna o algunas me faltan y todas ellas son el fruto que también inmortaliza a Joaquín y que nos deja como herencia por la riqueza de su contenido y a sus hijos, hijas y nietos y nietas en ellas su herencia intelectual y sentimental, ya que era un hombre que amaba profundamente a su familia y la involucraba en su quehacer, ya sea en diseños de las portadas de sus obras, en la proyección de bellas imágenes durante la presentación de sus creaciones y leal a la amistad y reconocimiento al talento invitó a reconocidas poetas a leer fragmentos de sus cuentos y poemas que deleitaron a los distintos públicos que a ellas asistimos.

Amante también de la naturaleza y de los animales publicó “Animalario”. Joaquín también incursionó en la poesía japonesa y es así como nos obsequia con otra obra “Tanka” Esplendor Romántico del Japón que consta de hermosos poemas tradicionales que constan de cinco versos de 5-7-5-7-7-. Al azar escogí uno: Mis brazos fueron /delicado presidio/la tarde aquella/cuando sin restricción/fuiste de mí cautiva; y además “Haiku II” que es también un tipo de poesía japonesa que consiste en un poema breve de diecisiete silabas escrito en tres versos de cinco, siete y cinco silabas respectivamente y también escogí uno al azar: Miel son tus labios/saciar mi sed en ellos/divino alivio.

Mientras yo escribía el presente artículo sobre El Maestro mi señora hojeaba y leía parte de la obra de Joaquín titulada “Fulgor de los Setenta”, cuando de repente me dice: Mira lo que acabo de leer, me gustaría que lo incluyeras y de las páginas 90 y 91 de la obra citada dice en “Consternación” sin tu sonrisa me entristezco/sin tu presencia me deprimo/sin tu voz me desoriento/sin tu amistad me angustio/sin tu mano me tropiezo/sin tu opinión me abandono/sin tu calor me hielo/sin tu mirar me ciego/sin tu beso me desanimo/sin tu confianza me hundo/sin tu directriz me pierdo/sin tu apoyo me derrumbo/sin tu perdón me condeno/sin tu poesía me ofusco/sin tu amor me extingo.

La Bufadora, las flores y todo lo que su incisiva inteligencia y sus escrutadores ojos percibían lo convertía en poema.

Hombre de amplia cultura, amante de la buena música, Joaquín era un excelente conversador y lo hacía con la palabra y su lenguaje corporal.

Disfrutaba a plenitud lo que hacía y en la presentación de sus cuentos o poemarios.

Transmitía su estado emocional, proyectaba su sensibilidad y era muy organizado, cuidaba hasta el último detalle.

Para nuestro poeta, los sonetos eran lo más excelso de la poesía y de hecho dejó su última obra de sonetos: “Creme de la Creme” que no tuvo la oportunidad de presentar pero que sus amigos poetas y familia próximamente habrán de presentarnos y con ella de seguro alcanzó la cima de sus retos literarios.

Mi querido Joaquín, aquí estás y estarás presente en tus obras y tu nombre grabado en la historia literaria de nuestro México.
 

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