La Bufadora

De acuerdo al último reporte sobre homicidios dolosos en Baja California, Ensenada mantiene su liderazgo estatal como el municipio más seguro de la entidad y desde julio pasado hasta la primera quincena de agosto, el índice era cero, lo cual constituye inigualable recepción para el director de Seguridad Pública Municipal, Enrique Villarreal Montemayor.

Los números son así: Tijuana que tiene una población de 1 millón 696 mil habitantes registra 299 homicidios dolosos en el primer semestre de 2014, lo que hace un indicador de 16.98 por cada cien mil habitantes.

Tecate, cuya población es de 109 mil 575 habitantes registró 22 homicidios dolosos (de enero a julio), lo que lleva su indicador a 20.07 crímenes por cada cien mil habitantes, mientras Mexicali con 1 millón 12 mil (en números redondos) tuvo 92 para lograr un índice de 8.59.

Las palmas -y no precisamente su delegación- se las lleva Playas de Rosarito, cuyo espantoso indicador de 43.68 homicidios dolosos provienen de los 46 asesinatos en el primer semestre con sus 103 mil 69 aterrorizados pobladores.

Así, en el global estatal -con 3 millones 434 mil habitantes- el indicador es de 13.59 homicidios dolosos por cada cien mil bajacalifornianos.

Ensenada se encuentra por eso muy lejos de la media estatal, con una tendencia a la baja -hasta hace unos días de cero-, pero el caso Rosarito, Tijuana y Tecate (curiosamente la zona metropolitana) debe obligar a un repaso de las causas que están llevando a esta entidad a los no muy gratos primeros lugares nacionales de inseguridad junto a Tamaulipas, Guerrero y Michoacán.

No hay excusa, no tiene que ver el tamaño de la población porque Ensenada es ejemplo de ciudad media con índice controlado. Tampoco la calidad fronteriza, porque Mexicali registra números menores. 

Algo hay -o han dejado de hacer- en esa zona metropolitana.

Político menos, porque se trata de dos alcaldes priistas (Jorge Astiazarán y César Moreno) y uno panista (Silvano Abarca).

Lo que es cierto es que en los cinco municipios del estado, a menos de un año de gobierno, ya hubo cambios de titulares en los mandos policíacos. 

La situación que actualmente vive Ensenada, la describió el desaparecido e ilustre periodista y escritor Germán Dehesa hace ya 20 años en la columna que por aquellos tiempos publicaba en el diario Reforma.

En sus palabras, los ensenadenses sufrimos las "perversiones de la retórica nacional”, según escribió en la columna del 4 de Enero de 1994, tiempos aciagos como los de ahora.

"… llega el Tractor y me dice ‘se rompió el vaso’ (puesto que no me dice ‘rompí el vaso’ tengo que imaginar un vaso con ímpetus depresivos y con tendencias suicidas que, cansado de tanta devaluación, decidió romperse). Llega mi amiga María Victoria Llamas y me propone el ejemplo de los que dicen ‘mi coche no quiere andar’ (o sea, que amaneció de malas, o con la franca voluntad de contrariar a su dueño. Este, si es mexicano, todavía puede añadir: ya le estuve haciendo, pero no quiere). Abro el Reforma y me encuentro con el etéreo peritaje de la Procuraduría del D.F. con respecto al accidente de Reino Aventura: ‘Fallaron cuatro tornillos’ (de esto se puede deducir que los tornillos son cada vez más irresponsables y más faltos de espíritu cívico)… ‘Los hilos… fueron insuficientes’ (¡claro!, con el mal ejemplo de los tornillos, los hilos también permiten faltar a su deber)…

‘Tampoco tenían rondanas’ (seguro las rondanas se fueron con los legisladores a Puerto Vallarta)… ‘El mantenimiento diario tampoco se registra’ (los tornillos fallan, los hilos son insuficientes, las rondanas se ausentan y el mantenimiento es tan holgazán que no se registra. Así no se puede). El común denominador de los variopintos ejemplos aquí consignados es la elusión del sujeto. Nadie sabe, nadie supo. He invocado estos ejemplos para mostrar cómo en la gramática nacional se refleja nuestra incapacidad, temor o falta de voluntad para deslindar y señalar responsabilidades: ¿quién, por qué, cómo, a qué horas? Estas son precisiones que no están al alcance de la voluntad nacional”.

Hasta aquí con la columna, la cual se extiende más precisando en temas que en ese momento -si el lector la quiere leer completa, puede hacerlo en el libro los PRIsidentes- y retomando su línea de análisis, así pasa ahora en Ensenada.

Se cayó la carretera -al igual que el vaso, nuestra carretera Escénica se encontraba deprimida y con tendencias suicidas y nadie lo notó-; la economía está estancada -holgazana, ¡muevéte!-, subió el desempleo -este desempleo que no se está quieto-; los cruceros ya no quieren recalar -que cruceros tan rebeldes, uno que siempre los ha apapachado-; se van a perder los recursos para ampliar el Bulevar Costero -si el desempleo no se está quieto, pues los recursos tampoco-.

Gracias Germán.