Columnas

La Bufadora

Por El Mosquito
lunes, 3 de agosto de 2015 · 00:00
Memoria

La mayoría de los diputados federales salientes están que se les queman las habas por convertirse en candidatos a lo que sea en el 2016, pero todos entregaron malas cuentas a los ciudadanos de sus respectivos distritos. Por Ensenada tuvimos dos: Ricardo Medina Fierro y de rebote a Abraham Correa Acevedo. Ambos -uno del PRI y otro de lo que queda del PRD- tienen escasas posibilidades de figurar para el próximo año, pero el resto de sus compañeros de legislatura, en especial los priistas de Tijuana y Mexicali, cavaron su tumba política al aprobar la homologación del Impuesto al Valor Agregado (IVA) en la franja fronteriza norte del país; si alguno de ellos tiene el atrevimiento de lanzarse en busca de otro cargo de elección popular más de uno les recordará su pecado legislativo.

Asimismo, en las redes sociales un segmento de la sociedad mexicana clama por la renuncia del presidente de la república, Enrique Peña Nieto, pero es evidente que el grueso de la población dejó hacer y dejo pasar muchas cosas, sobre todo aquellos que tuvieron la oportunidad y el privilegio de influir en la toma de decisiones desde el ámbito empresarial, académico y de las organizaciones civiles, por eso alarma la ausencia de líderes sociales en los diferentes estratos, pues resulta más fácil acusar de todos nuestros males a los denominados poderes fácticos -medios de comunicación, iglesia, empresarios, trasnacionales-.

Si queremos aspirar a mejores niveles de desarrollo social y crecimiento económico es fundamental la participación de quienes acostumbran ver los toros desde la barrera. En México sobran espectadores y revolucionarios de Iphone.


Pasa el tiempo y…

En Mexicali muchos priistas afirman que Milton Castellanos Everardo (qepd), fue el mejor gobernador de la historia de Baja California, pero no se atreven a manifestar públicamente quién ha sido el peor.

Pero la cosas es que gobernadores van y gobernadores vienen y Ensenada no crece, no obstante ser el único puerto del noroeste de la república, estar a 120 kilómetros del estado más rico del mundo (California) y de frente a la llamada Cuenca del Pacífico, es un privilegio geográfico; pero llevamos un cuarto de siglo sin que esas ventajas se traduzcan en desarrollo social y crecimiento económico. La razón: que Ensenada carece de infraestructura productiva, y no la tiene porque para el gobierno federal no existimos y la administración estatal concentra sus recursos en Tijuana y Mexicali, ciudades donde reside el 75 por ciento de los electores.

Para colmo, en los últimos 20 años no ha sido posible redefinir las vocaciones económicas de Ensenada, porque sus autoridades y sector privado no se han puesto de acuerdo para impulsar una agenda común, dado que unos proponen que se apueste todo por el turismo, otros sueñan en que la ciudad sea una especie de distrito científico, hay quienes plantean recuperar la actividad pesquera y los demás quieren corredores industriales, ferrocarril y un aeropuerto moderno.

Y mientras nos enfrascamos en este mundo de las ideas se perdieron grandes extensiones de playa y los caciques urbanos mantienen secuestrado al gobierno y los habitantes. Quienes en verdad mandan en Ensenada son una minoría de terratenientes que de manera perversa especulan con el futuro económico y social del municipio, pero lo más grave es que estos personajes quieren postularse a un cargo de elección en el 2016, y pretenden purificarse a través de las candidaturas independientes o ciertos partidos de izquierda.

 
Los dueños de la ciudad

El fraude no se cocina en las urnas. Hoy quien paga las campañas es el que manda, el que mañana cobrará la factura a través de obtener beneficios millonarios vía licitaciones de obra y contratos para convertirse en proveedor del gobierno, esto en el mejor de los casos, porque también el crimen organizado financia candidaturas a cambio de gozar de impunidad en sus ilícitas operaciones.

Pero siendo bien pensados y con la esperanza de que no haya mano negra el año venidero, los hombres y mujeres que pretendan convertirse en alcalde, regidor o diputado local en el 2016, deben entender que será muy difícil erradicar la apatía y escepticismo con los formatos tradicionales para pedir el voto.

El 70 por ciento de los ciudadanos ensenadenses lleva 20 años alejado de las urnas, al considerar que la democracia representativa no resuelve los problemas sociales y sólo sirve para enriquecer a una camada de pillos cada tres o seis años; sin embargo, los culpables no son los árbitros electorales, sino los protagonistas de la contienda.

La gente ya no quiere candidatos chapulines ni reciclados, y menos a quienes en sus anteriores cargos no hicieron su tarea y para colmo solaparon irregularidades. Tampoco acepta alianzas indecentes. ¿Es tan difícil entender esto?

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