LA BUFADORA

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- Metió reversa - Lecciones y tentaciones
miércoles, 18 de enero de 2017 · 00:00

 

Metió reversa 

Desde hace décadas el abasto de agua para los ciudadanos y las actividades comerciales e industriales ha sido el problema número uno en Baja California, entidad que registra una condición de sequía permanente y donde se registran los menores índices de precipitaciones pluviales a nivel nacional después del estado de Zacatecas.

Aunado a lo anterior, las fuentes tradicionales que suministraban el agua como los mantos acuíferos y pozos se agotaron, y la cuota que nos corresponde del Río Colorado también se ha reducido y sólo ha beneficiado a los agricultores y residentes de Mexicali. Cabe señalar que tampoco se reutilizan los cientos de litros por segundo que generan las plantas de tratamiento de aguas residuales que operan en los cinco municipios.
Y hoy, que el destino ya nos alcanzó, el gobierno estatal apostó por la construcción de plantas desaladoras y la operación del sistema de flujo inverso para garantizar la aportación del vital líquido a los asentamientos humanos de la zona costa, pero las redes de distribución en las ciudades se hicieron viejas y en el sur de Ensenada, concretamente en el Valle de San Quintín, ni siquiera existen.
Por si fuera poco, por decisiones políticas las tarifas de agua no se incrementaron en los últimos años, y para colmo el 40 por ciento de los usuarios no paga por el servicio. Así que este escenario exigía hacer algo, pero cuando recientemente se volvió a licitar el Plan Estatal Hídrico cuando ya llevaba un 50 por ciento de avance, comenzaron los cuestionamientos y desconfianzas por parte del sector empresarial y los partidos de oposición representados en el Congreso local.
Ante tales circunstancias la nueva Ley del Agua que aprobó la mayoría panista en el Congreso del Estado con el respaldo de un diputado de Movimiento Ciudadano y el de la legisladora ensenadense, la perredista Rocío López Gorosave, estaba condenada no sólo por las formas en que se impuso, sin consultar a nadie más, sino porque significó la gota que derramó el vaso del hartazgo ciudadano, pues esta ley contemplaba un incremento del 20 por ciento en las tarifas domésticas y comerciales, que se venían a sumar a las alzas en las gasolinas, la energía eléctrica, el gas, las cuotas de las casetas de peaje y el impuesto predial, más la constante devaluación del peso frente al dólar.
Con estos "bonitos” regalos navideños y de año nuevo por parte de los gobiernos federal y estatal, la reacción social no se hizo esperar y bastaron dos días de manifestaciones masivas para obligar a las autoridades locales a meter reversa y derogar la Ley del Agua, que lejos de resolver un problema detonó la ira de la gente.
Ahora el gobierno se compromete a consultar a la sociedad civil, a técnicos y especialistas en la materia para crear un nuevo ordenamiento legal que garantice el abasto de agua a largo plazo, y esperemos que se haga con base en un diagnóstico real.
La Ley del Agua tuvo una corta vida porque a pesar de su trascendencia no se socializó, y al aprobarse a toda prisa, por la vía del mayoritero y durante la madrugada, que son prácticas antidemocráticas que los gobiernos del cambio prometieron erradicar, los ciudadanos perdieron la paciencia y salieron a las calles como no lo hacía desde hace tres décadas.
Las manifestaciones de los bajacalifornianos nativos y migrantes fueron pacíficas, y su número de participantes fue lo que más impactó. Obviamente no faltará quienes se traten de colgar el milagrito, pero estas protestas necesitan aterrizar en la construcción de una agenda de prioridades que no se contamine con ideologías y enconos. Tenemos años sin resolver el problema del agua y ya no queda tiempo.

Lecciones y tentaciones
Lo ideal sería que los tres diputados locales que representan al municipio de Ensenada jalaran juntos en todos los temas, pero como no fue así ya vimos cómo le llovió en su milpita a la perredista Rocío López Gorosave por haber votado a favor de la Ley del Agua.
Sin embargo, el que se encuentra en este momento en una posición de ventaja pero en una situación muy arriesgada es el coordinador de la bancada del PRI, Alejandro Arregui, porque se ha constituido como la voz opositora en el Congreso; primero con el asunto de la UABC, al exigir el pago del adeudo y que se aumentara el subsidio que recibe la máxima casa de estudios, problemática a la que el gobierno estatal le tuvo que hacer frente luego de una lucha mediática; y ahora con la Ley de Agua que votaron en contra, pues incluso la fracción priista se adelantó a las demás fuerzas políticas al presentar la abrogación de esa ley ante la dirección de Servicios Parlamentarios del Congreso del Estado. Por lo tanto, de aquí en adelante el cálculo político se tiene que sustentar en las necesidades de la gente, porque siendo mayoría así les fue a los panistas. Esperemos que con esta amarga experiencia todos los legisladores entiendan que antes de sus partidos e intereses personales deben comportarse como auténticos representantes populares y los que salvaron de la quema no caigan en la tentación. Ojalá hayan aprendido la lección.

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