De política y cosas peores

Por Armando Fuentes Aguirre.
sábado, 31 de enero de 2015 · 00:00
Escepticismo

Tetina Pomponona, frondosa mujer en flor de juventud, iba a contraer matrimonio con don Languidio Pitocáido, señor de muchos años. La mamá de Tetina se inquietó. "Hija mía -le dijo a la muchacha- ¿podrás ser feliz con un hombre de edad tan avanzada?”. "Claro que lo seré, mamá -respondió la chica-. Languidio tiene millones en el banco; jet privado; seis automóviles de lujo; yate; una villa en la Toscana, un chalet en París, un departamento en Nueva York y una casa en Saltillo”. "Hija -opuso la señora-: los bienes materiales no son todo en la vida”. "Ya lo sé, mami -reconoció Tetina-. Pero además tiene chofer, jardinero, mayordomo, valet y cocinero. Y ninguno de ellos pasa de 30 años”... El doctor Ken Hosanna estaba en su consultorio cuando llegó un paciente. Lo vio el facultativo, y a pesar de haber cumplido ya tres décadas en el ejercicio de la medicina no pudo contener una expresión de horror: el individuo llevaba un hacha clavada en la frente, hagan ustedes de cuenta San Pedro de Verona, que cuando cayó herido de muerte por un hereje escribió en el suelo con su propia sangre la palabra "Credo”. Ante el asombro del médico le dijo el individuo: "Examíneme los testículos, doctor. Me duelen mucho”. El galeno apenas pudo balbucir: "Pero. ¿y el hacha?”. "Precisamente  -respondió el sujeto-. Cada vez que estornudo me golpeo los éstos con el mango”... Un ávido golfista viajó a Escocia, pues le dijeron que ese país era la cuna del juego, y que ahí había unos magníficos campos de golf. Estuvo allá tres meses, y luego regresó a su casa al lado de su esposa. Se entenderá que después de tan prolongada ausencia la primera noche fue de pasión arrebatada. A eso de las siete de la mañana dormían los dos el profundo sueño del bien cumplido amor cuando sonaron fuertes golpes en la puerta. Ambos se enderezaron en el lecho llenos de alarma. Exclamó asustado el esposo, todavía a medio dormir: "¡Tu marido!”. "No puede ser -dijo ella igualmente adormilada-. Está en Escocia jugando al golf”... La administración federal anunció que se someterá a un plan de austeridad. Eso es muy bueno: finalmente el gobierno se solidariza con el pueblo, que ha vivido en plan de austeridad desde hace muchos años (a partir del reinado de Chimalpopoca, para ser exactos). Falta ahora que también los partidos se sometan a un plan de austeridad, e igual los diputados y los senadores, y la infinita casta política que padecemos, y la profusa burocracia electoral, y. (Nota: nuestro estimado colaborador hace una lista en 24 fojas útiles y vuelta de todas aquellas personas e instituciones que en México deberían someterse a un plan de austeridad, enumeración que, aunque muy interesante, nos vemos en la penosa necesidad de suprimir por falta de espacio). Un señor invitó a su compadre a tomar una copa en el bar "Las iras de Goethe”. Ahí le manifestó: "Compadre: creo que mi mujer me está engañando con el vecino”. El otro se demudó: "¡Caramba! ¡Eso significa que también me está engañando a mí!”... En el tren Babalucas dijo que le había caído un carboncillo en el ojo. Le aclaró alguien: "El tren es eléctrico”. Replicó Babalucas: "Entonces fue un voltio”... Aquella chica se quejó de su instructor de manejo: "Creí que lo que yo agarraba era el freno de mano, y nunca me sacó de mi error”... Si un marido le lleva flores a su esposa sin ningún motivo, es que hay algún motivo... Doña Adolfina era mujer romántica. Una hija suya se iba a casar. El novio era el doctor Balestruccio Pechvogel, célebre ornitólogo, de modo que para la noche de bodas la orgullosa mamá le hizo a la muchacha un camisón de popelina en cuya tela bordó un sinfín de aves exóticas: quincinetas, gerifaltes, sisas, fúlicas, chajás, teruterus, francolines, chovas, tucos, onocrótalos, paujís, esparaveles, bienteveos, alcaudones, estucurúes y neblíes. Seis meses le tomó a doña Adolfina bordar ese precioso aviario, pero el camisón le quedó soñado, según dijo ella misma al culminar su ímproba labor. Se llevó a cabo el desposorio. Cuando los novios regresaron de la luna de miel la señora le preguntó con ansiedad a su hija: "¿Le gustó a Balestruccio el camisón?”. "Ni lo vio, mami -respondió ella-. Se fue derechito al nido”. FIN.

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