¿Por qué no olvidamos?

martes, 22 de julio de 2014 · 23:36
La memoria puede ser tan poderosa que un simple aroma o sensación de un determinado clima nos puede hacer vivir casi de nueva cuenta una experiencia, o bien, a recordar qué pensábamos cuando sucedió, así como si sentíamos tristeza, felicidad, incluso hambre o cansancio. 
No todas las personas cuentan con una memoria impecable, por lo que en general todos tenemos recuerdos y etapas de la vida que se han ido desdibujando con el paso del tiempo.
Robin Lohman, autor de "Los siete regalos de la memoria”, Editorial Urano, explica que hay cuatro motivos por los que algunas experiencias permanecen vivas en nuestra memoria y otras se esfuman casi sin dejar registro, por lo que en el capítulo de nuestra vida que corresponde a recuerdos memorables, seguramente los tenemos aquellos debido a que:

1.- Vivimos un acontecimiento nuevo, único o particularmente importante.

2.- Hay un juego de emociones intensas, ya sea en el momento de la experiencia, o bien, más tarde, en la mirada retrospectiva.

3.- Reconocemos la importancia de cierto acontecimiento ocurrido, que originalmente fue registrado, y que, sin embargo, es cierto tiempo después cuando encontramos su relevancia.

4.- Adjudicamos un significado simbólico.
Por alguna de estas razones habrá alguno de nosotros que recuerde de manera casi fiel el nacimiento de su hija, aunque hayan pasado muchos años desde aquél acontecimiento, o bien, el momento en el que nos dieron una noticia que fue trascendental en nuestra vida como es la muerte de un ser querido, y justo por su trascendencia, tengamos presente con tal detalle que recordemos de manera minuciosa lo que pasaba a nuestro alrededor. 
También guardamos recuerdos de menor relevancia personal que el nacimiento de un hijo o la pérdida de un ser querido, no obstante, debido a su impacto los tenemos muy claros y seguramente, los compartimos con otros contemporáneos, como son por ejemplo las noticias de índole mundial o sucesos del mundo del entretenimiento.

Recuerdos ¿buenos o malos?
Robin Lohman explica que el hecho de que valoremos un recuerdo positivo o negativo no depende del contenido objetivo del recuerdo, ni de lo vivido originalmente, sino tan sólo de cómo valoremos ese recuerdo desde nuestra perspectiva actual. "En un sentido estricto, esta valoración tiene incluso, menos que ver con el recuerdo en sí, y más bien refleja la calidad de la relación entre el recuerdo y nuestra vida actual”, comenta.
Por lo que en su momento, alguna situación que fue desagradable o desafortunada, quizá ahora la vivimos de una manera distinta, incluso ahora la valoramos y la percibimos como positiva. 
En el deporte es fácil encontrar este tipo de anécdotas debido a que existen profesionales que vivieron alguna competencia que no ganaron y por su propio análisis de desempeño, la convirtieron en una fuente de aprendizaje, y en lo que en su momento fue un motivo de tristeza, un tiempo después es un recuerdo con gran impacto e inspiración. 
Quizá por esta razón, hay recuerdos que les damos una distinta atribución que cuando los vivimos, y ese regaño que nos dieron los padres en la adolescencia ahora tiene una nueva percepción en nuestra memoria libre de inconformidad o enojo. 
"Cuando se trata de experiencias biográficas y recuerdos de una vida, no hay objetividad. Lo único que cuenta entonces es la importancia de una experiencia o un recuerdo para quien los tiene. La visión totalmente personal de las cosas”, finaliza el autor.

Colaboración Fundación Teletón
celeste@teleton.org.mx

Por Natalia Bojorge*

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