Enseñar bien algo bueno

No basta ser bueno, hay que ser inteligente

domingo, 27 de julio de 2014 · 22:45
"Nada tarda tanto como aquello que no empieza”. Alain.

El paradigma educativo ha cambiado. 
Podría decir que "para mal” o "para bien”, si se tratara sólo de un problema moral.
Pero los tiempos actuales, más que en otras épocas, rinden tributo desmedido al dinero y al cinismo, fortaleciendo conductas perspicaces que, en la mejor de los escenarios, obvian o hacen caso omiso de los aspectos éticos, descoronando de lucidez los actos de la sociedad, antes de convertirlos en chatarra académica, por decirlo con elegancia.
La enseñanza es un conjunto de conocimientos, ideas, prioridades, etc., que se busca transmitir, de manera didáctica, a otro. 
Es una actividad en la que deben existir por lo menos dos personas, una que posea un conocimiento, o una habilidad, que la otra no posee. La primera persona intenta transmitir un aprendizaje, un conocimiento, la segunda tiene el fin de adquirirlo.
Pero en ocasiones el alumno no aprende lo que se le intenta transmitir, entonces la enseñanza se convierte en una actividad sin sentido. También podría decirse, que si no se aplica a nuestra vida diaria el conocimiento que se adquirió resulta vano, sin efecto, inútil.
La enseñanza se puede dar de una persona que posea un conocimiento, o una habilidad, pero no siempre tiene el resultado esperado, mas el propósito es transmitirlo y buscar un nuevo propietario para su perpetuación.
El andamiaje es un concepto que se maneja mucho en términos educativos, ya que es la base para emprender un largo camino de aprendizajes: "La enseñanza --se dice en pedagogía-- genera un andamiaje para facilitar el aprendizaje de algo”.
La enseñanza se puede describir como la guía o el sostén que el docente ofrece y que luego retira para favorecer el aprendizaje de los alumnos. 
Una madre, por ejemplo, que enseña a su hijo a gatear, indudablemente se convierte en  su guía: lo cuida, lo instruye, lo alienta, lo anima, enseña, y, después de un tiempo, lo deja solo para ver si el aprendizaje que le ofreció le es útil y duradero, práctico y productivo.
Si vemos la importancia que tiene la libertad de elegir en el largo proceso de la enseñanza vinculada con la adquisición del aprendizaje, observaremos que el niño o el alumno se forma en la capacidad de manifestar la naturaleza de sus preferencias (herencia cultural); es decir, en su vasta libertad de decidir lo que más le venga a en gana o sentimiento o deseo personal: "Quiero este libro, no quiero este otro”. "Quiero estos, aquellos no”. "Hoy deseo lo que deseo, punto”. "Rojos y grandes, sí; azules y chicos, no”. Sólo así se logra que la capacidad de elegir se forme; digo se forme y se informe, y ejerza plenamente su pulsión de libertad existencial. Estudiar o leer, o entregarse de esta manera al conocimiento, significa encontrar grados de pureza aquilatada ante la oferta de la moderna liviandad escolástica.
La buena enseñanza, es aquella que enseña bien algo bueno. 
Lo anterior podría decirse en otras palabras: existen hábitos negativos que aprendemos de otras personas, pero esto no quiere decir que sean una "enseñanza” positiva... 
No basta ser bueno, hay que ser inteligente, sobre todo porque la historia de la humanidad nos ha enseñado que las buenas personas siguen órdenes, aunque se les ordene hacer cosas malas.

raelart@hotmail.com

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