DESDE EL VIGÍA

lunes, 27 de junio de 2016 · 00:00
Las novedades

Ensenada es una ciudad tranquila, con gente amable y una calidad de vida sencilla, sin embargo, el municipio dejó de ser interesante a los ojos del gobierno, tanto estatal como federal, debido a que la fuerza política se concentra en otras ciudades y no en este puerto, como lo fue a finales de los 80.
Ensenada fue considerada la cuna de la democracia, porque fue aquí donde por primera vez en todo el país, un partido opuesto al PRI obtuvo una alcaldía (PST-1983), luego llegó la "Ruffomanía” (1986), al mando de Ernesto Ruffo Appel (PAN) quien logró la presidencia municipal y en 1989, la gubernatura por el mismo partido.
El gobierno federal "volteó” hacia esta ciudad porque el PRI había perdido la fuerza política arrolladora y este efecto "salpicó” otras entidades del país, siendo el puerto ejemplo de civilidad en las urnas y de grandes obras.
No obstante, este "poder ciudadano” desapareció como por arte de magia y el municipio es el primer lugar en abstención electoral y el voto ya no interesa a los partidos y hacen de Ensenada la "moneda de cambio” para su beneficio partidista.
Esto se traduce en un "olvido gubernamental”, en un estancamiento de infraestructura y un rezago económico por falta de obra pública y de esparcimiento.
La ciudad cuenta con pocos espacios familiares, para acudir a entretenerse, divertirse, pasar un rato agradable y que los niños jueguen.
Esta falta de lugares hace que los ensenadenses estén ávidos de infraestructura para entretenimiento y los únicos lugares donde se congregan las familias, son los parques públicos (que son pocos), el Malecón de Ensenada (Playa Municipal), el Cearte y la Ventana al Mar.
Es en éste último lugar donde se instalaron unas fuentes interactivas, que lanzan chorros de agua a una altura considerable y que además, al ritmo de la música se mueven en un espectáculo multicolor.
Esta falta de infraestructura hace que los porteños "se vuelvan locos” porque este tipo de fuente sólo existen en grandes ciudades, y tanto es así, que tanto chicos y grandes, sin importar el frío, se meten entre las columnas de agua y celebran como niños, ante una multitud que les aplaude y ríen por la ocurrencia.
Pero para este tipo de fuente se deben establecer reglas, así como lo hay en otras ciudades, donde no se permite ingresar en zapatos, ropa casual y se deben respetar los lanzadores de agua, no poniendo el pie para evitar posibles descomposturas.
Es pues, una oportunidad para que los ensenadenses tengan la cultura del cuidado de las cosas, porque con la idea de que las cosas no le cuestan y si se descompone lo arregle otro, demuestra el bajo nivel de educación.

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