La Frontera de la tolerancia

Cuán fácil parece que sea el dinero y el lucro quienes en ocasiones condicionen lo que se publica o no. Arcángel Rojo.
domingo, 27 de julio de 2014 · 22:46
Hace algunos años, en una entrega de esta columna, por el contenido de la misma, se corría el riesgo de afectar económicamente a El Vigía, sin embargo el propio Ingeniero Alejandro Treviño marcó la línea: no censurar el contenido de las columnas de los colaboradores, y el texto fue publicado. El resultado fue el esperado: el cliente aludido retiró su publicidad al periódico por permitir la libertad de expresión.
De lo anterior, dos lecciones: La primera es que en El Vigía sí se privilegia la libertad de expresión y la segunda es que en agradecimiento del espacio permitido, el columnista aprendió a ser más prudente para no afectar los ingresos de la empresa que generosamente permite la publicación de sus columnas.
Pero no en todas partes las cosas son iguales, al columnista Benedicto Ruiz Vargas le fue censurado un texto en el periódico Frontera por hacer comentarios críticos a los cambios que dicho diario hiciera a su imagen, privilegiar a los articulistas nacionales y restringir el espacio a las expresiones locales.
En el fondo, la crítica de Benedicto Ruiz no era ni con mucho un texto destructivo, sino al contrario, propositivo y con el ánimo de preservar los espacios que difícilmente analistas y periodistas locales han ganado en algunos periódicos de circulación local o regional, aportando una visión más cercana sobre la problemática -incluso nacional- que impacta a las comunidades en que los periodistas conviven.
Parecería incluso algo impertinente que un columnista cuestione al medio de comunicación que lo difunde, pero en el caso de Benedicto Ruiz su texto era más bien reflexivo y propositivo, reconociendo la necesidad de los medos impresos de evolucionar a distintas plataformas y de utilizar las imágenes como un atractivo visual para el consumidor; simplemente sugería no perder la esencia de informar.
Pero no en todos los directivos permea la idea de la autocritica o de privilegiar la libertad de expresión de sus colaboradores, incluso todavía persisten en los medios de comunicación directivos -incluso jóvenes- que, con el fin de lograr ingresos, aceptan inserciones pagadas de personajes políticos impresentables que inútilmente tratan de mejorar su imagen pagando miles de pesos ajenos, del erario.
Pero esto no es exclusivo de  algunos medios impresos de la región, también en los medios de comunicación electrónicos (radio y TV) se permiten programas en donde la adulación para los políticos patrocinadores o favoritos es la norma, porque el dinero convertido en chayote les marca el rumbo.
Ciertamente, los medios de comunicación privados son empresas que necesitan las ganancias para mantenerse en el mercado; pero el negocio de la comunicación requiere de escrúpulos y ética, siendo el respeto por ellos lo que categoriza al medio de comunicación que se trate; algunos no soportan un análisis serio porque en sus directivos y/o comunicadores carecen absolutamente de ética y escrúpulos.
Quizás lo ideal hubiera sido que antes de censurar a Benedicto Ruiz, los directivos de Frontera hubieran buscado un diálogo de compatibilización entre sus objetivos y los de sus colaboradores, pero faltó ese diálogo y la tolerancia entre las partes; lástima, porque todo mundo perdió, hasta los lectores.

rdanielspinto@hotmail.com

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