¿Y tiene qué ser por ahí?

Sólo los tontos confunden la necedad con la persistencia. Arcángel Rojo.
martes, 16 de septiembre de 2014 · 23:28
La noticia del retraso de la apertura de la carretera escénica molestó y preocupó a los ensenadenses, especialmente a los empresarios por las pérdidas económicas que les representa y al gobierno municipal por la inseguridad en el tránsito por la carretera libre, con doce vidas perdidas hasta ahora.
El diferimiento de la reapertura de la carretera de cuota se basó en un monitoreo del lugar, detectándose "grietas y desplazamientos en el terraplén, así como filtraciones de agua en diversos estratos, que afectaron la reconstrucción.” En pocas palabras, la zona sigue activa a pesar de las obras realizadas.
El colapso del 28 de diciembre pasado fue afortunado en cuanto a no presentarse pérdidas de vidas humanas, pero nada garantiza que -de poderse abrir ese tramo carretero- ocurra un nuevo desplazamiento cuyas consecuencias pudieran ser fatales; la naturaleza no tiene compromiso con nadie.
Los trabajos hasta ahora realizados representan un gran reto de ingeniería y la obra se estimaba con un costo de 600 millones de pesos ¿Qué sucedió realmente, por qué esas grietas, el desplazamiento del terraplén y por qué continúan las filtraciones de agua? ¿Esos problemas no fueron previstos o las condiciones del terreno se subestimaron? ¿Cuánto más costará estabilizar la zona y, es posible hacerlo?
Entonces la pregunta: ¿Y tiene qué ser por ahí? Nada obliga a contraponérsele a la madre naturaleza; quizás sea momento para realizar una evaluación profunda del costo-beneficio de esa obra y de los riesgos que trae aparejados, porque a nadie le conviene poner en riesgo la vida de los usuarios.
Si bien se ha realizado una inversión multimillonaria, tampoco deben empeñarse en soluciones de alto riesgo.
Cuando se tomó la decisión de reparar el tramo carretero colapsado, es decir, de continuar con el trazo original, el contratista debió presentarle a CAPUFE y a la SCT un proyecto contemplando tanto los estudios geológicos como los de ingeniería. ¿Qué no salió bien? Lo que hubiere sido, debe existir una fianza que tendría que hacerse efectiva y establecerle responsabilidades a los funcionarios contratantes.
Por eso ahora debe transparentarse toda esa información para que los especialistas -como las cámaras de la construcción, los colegios de ingenieros, así como los científicos de la UABC y/o del CICESE- puedan emitir su opinión, ya sea para validar lo realizado o referir posibles negligencias de la empresa contratada y/o de los funcionarios, y si continuar la obra le garantizaría seguridad a los usuarios.
Porque eso debe ser lo más importante, no tanto el aspecto visual de la vialidad, sino la seguridad de quienes transiten por la carretera, lo ideal es combinar seguridad con belleza paisajística, pero es prioritaria la primera; si la naturaleza ha decidido no ser tan generosa como antes, a buscar alternativas.
Las carreteras son obras de infraestructura de conectividad entre núcleos de población, tanto para el transporte de mercancías como de personas en asuntos de negocios o de placer; a Ensenada le urge una solución cómoda y segura de corto plazo para recuperar el nivel de comunicación perdido el 28 de diciembre de 2013, y si no se puede con el trazo original, a buscar la solución más viable de inmediato.

rdanielspinto@hotmail.com

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