DESDE EL VIGÍA

¿En manos de quién están?

lunes, 20 de marzo de 2017 · 00:00
Los Centros de Readaptación Social (Ceresos y Ceferesos), tanto federales como estatales en todo el país, son sitios donde prevalece el desorden, la corrupción y la desadaptación de sus internos, por más que quieran reintegrarse a la sociedad, debido a que el dinero es la ley en el intyerior de los penales.
Entre más dinero se tenga, es el trato que darán las autoridades penitenciarias a los reclusos, incluso, las cuotas diarias entre carceleros y encarcelados es una costumbre, aunque los funcionarios de las cárceles en todo el país lo desmientan y lo nieguen.
Es una realidad que los capos del narcotráfico tengan verdaderas "suites” en el interior de los Ceferesos y Ceresos, donde tienen de todas las comodidades de una casa como, estufa, refrigerador, luz, licor, comida, drogas y hasta mujeres.
El último caso que ha generado escándalo, es el de Juan José Esparragoza Monzón, "El Azulito”, jefe de sicarios al servicio del Cártel de Sinaloa, fugado la noche del pasado miércoles del penal de Culiacán, sin que se sepa con certezz cómo se salió junto con otros cuatro de sus cómplices.
Las versiones oficiales aseguraron que Esparragoza Monzón se salió por la puerta principal junto con los otros criminales considerados de alta peligrosidad y seguramente los carcelarios les hicieron reverencia antes de marcharse y ahora andan en la calle.
Las últimas noticias de su escapatoria aseguran que "El Azulito” organizó tremenda fiesta en el interior del penal, como celebrando que se escaparía y quería dejarles un bonito recuerdo de su corta estadía por el reclusorio sinaloense.
Como en muchos otros penales del país, donde el más poderoso criminal domina y controla todo el interior del penal, en donde estaba Juan José predominaban Iván Archivaldo Guzmán y "El Mayito” Zambada, hijos de "El Chapo” y "El Mayo”, el primero extraditado a EU y el segundo, líder del cártel sinaloense.
Ellos fueron los que acomodaron todo en el interior, cambiaron por órdenes de ellos, a varios de los cómplices de "El Azulito” para después escaparse, o mejor dicho, salieran a pie por la puerta grande, nadamás faltói que salieran en hombros. 
Sólo se demuestra que el dinero corrompe a cualquiera, pero también el miedo a ser asesinados por los sicarios si no aceptan sus tajadas, es sabido que los criminales de esta classe no tienen piedad por hacer daño, incluso a mujers y niños; nada les importa.

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