Sancionar niños es una falta de criterio

domingo, 7 de febrero de 2016 · 00:15
Pregúntele a cualquier niño sobre su deseo de jugar algún deporte y convivir con sus amigos y le aseguro que le dirá en la mayoría de los casos que sí, sin embargo si al niño le pregunta si su equipo está o no afiliado a una liga federada o si su participación infringe un estatuto o reglamento, no podrá responderle.
Castigar a un niño que desea jugar me parece una falta de criterio, pues el menor no tiene la capacidad de decisión o discernir sobre su participación. Inhabilitar su capacidad para asistir a un determinado torneo, es desde mi perspectiva un exceso, un impedimento que se contrapone a lo dispuesto en la propia constitución, cuando el legislador buscó garantizar la práctica deportiva como derecho y garantía individual del ciudadano, principalmente de los niños, edad en la que se cultivan hábitos, usos y costumbres, es decir, edad donde se arraiga la cultura y la deportiva no es la excepción.
Quiero en este apartado destacar la iniciativa de reforma que presentó en septiembre pasado el diputado Gerardo Álvarez en conjunto con el resto de los integrantes de la Comisión de Juventud y Deporte de la XXI legislatura, en el sentido de salvaguardar el derecho constitucional de la práctica al deporte, referido en esta iniciativa con respecto a los menores de edad y cito textualmente la exposición de motivos haciendo referencia a los niños, "mismos que no tienen la capacidad jurídica para tomar decisiones que puedan implicar una violación a los estatutos de la asociación” 
El párrafo de la fracción II del artículo 203 de la ley estatal en materia deportiva y que es objeto de iniciativa de reforma, contempla que "tratándose de infracciones cometidas por deportistas menores de edad, si estas se refieren a conductas realizadas por acatar instrucciones de su entrenador, cuerpo técnico o representante legal, la sanción que corresponda se aplicará a cualquiera de estos últimos, según sea el caso, quedando a salvo los derechos del menor para continuar con la práctica de la disciplina deportiva de que se trate”.
Más allá de la intención del legislador, queda claro que debe existir un criterio propio de la autoridad sancionadora, ya que dudo mucho que un niño que no rebasa en la mayoría de los casos los 12 años de edad, pueda actuar con alevosía y dolo respecto a su participación en determinado evento. Es pues una cuestión que radica más en el buen criterio y en entender que atentar contra la participación del niño es atentar contra la posibilidad de generar cultura y gusto por una actividad que como reza un principio, no solo forja el carácter sino que también lo demuestra.
Amigo lector, qué culpa tienen los niños de las decisiones de los adultos, de los odios o los fantasmas del pasado que envuelven a organizaciones cuyos protagonistas entienden de todo menos de formación educativa.
La conclusión es sencilla, si en el deporte federado los adultos, los que pueden defenderse, muchas veces son atropellados de forma infundada, irracional y por demás alejada de la norma, cuanto más un menor cuya defensa únicamente puede ser el gusto por jugar. 
Con sanciones o amenazas de sanción por jugar aquí o allá, estamos cerca de alcanzar aquel título de una canción que cuestiona, en dónde diablos jugarán los pobres niños.

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