Por si las moscas

Disculpe usted

Por Laura Monzón
viernes, 21 de octubre de 2016 · 00:00

Se supone que la Unesco es un organismo de la ONU, que "obra por crear condiciones propicias para un diálogo entre las civilizaciones, las culturas y los pueblos, fundado en el respeto de los valores comunes… La misión de la Unesco consiste en contribuir a la consolidación de la paz”, según dice su página web.
Sin embargo, hace unos días, su ideario de nuevo se vino abajo cuando, por razones que muchos no alcanzamos a entender, aprobó una resolución en la que se ignoran los lazos milenarios que tienen los judíos con el Monte del templo y el Muro de los Lamentos, restos de lo que originalmente era el Segundo Templo de Jerusalén, terminado de construir por allí del 515 a. C. Darío I el Grande, según los cálculos.
Por supuesto que esta resolución también afecta a los cristianos, porque para aquellos representantes en la Unesco que votaron a favor, el único vínculo histórico válido de ese sitio sagrado es con los musulmanes, por la mezquita Al-Aqsa construida en la cima del Monte del Templo, más de mil años después, entre el 690 y el 710 de nuestra era.
No se trata sólo de cuestiones religiosas, sino de historia. Esta resolución tan canalla y negacionista, no sólo muestra la ignorancia por parte de los representantes de los países que integran a ese organismo, sino su podredumbre y el poco interés por preservar la historia, las conexiones, el desarrollo de los pueblos y sus creencias.
Pero cuando el dinero manda, ¿a quién le interesa preservar algo?
El problema para México dentro de todo este embrollo es la vergüenza que estamos viviendo: "disculpe usted, pero preferimos cambiar el voto”, dijo la Secretaría de Relaciones Exteriores. Era claro que la Unesco iba a mandarnos por un tubo, porque la resolución ya había sido aprobada.
Nuestro país se vio embarrado por la cobardía, negligencia o lo que haya pasado por la cabeza de Andrés Roemer Slomianski, el ahora despedido representante de México en la Unesco.
También nos vimos afectados por el desconocimiento y la tibieza de Miguel Ruiz Cabañas, subsecretario de Asuntos Multilaterales; de Claudia Ruiz Massieu, secretaria de Relaciones Exteriores, y del mismo Ejecutivo Federal porque, según el instructivo, había que abstenerse de votar a favor de esa resolución, a pesar de que, según Ruiz Cabañas, le dijeron a Roemer Slomianski que "podía” votar en contra, si quería.
Pero a éste le fue más fácil no cumplir con su trabajo como representante y, por cuestiones religiosas, ausentarse en el momento de la votación definitiva en vez de emitir un sufragio lógico; a los otros les pareció fácil mandar instrucciones de abstenerse en vez de emitir un rotundo "no”, como debió hacerse desde un principio, por cuestiones diplomáticas y sensatas.
Por lo menos eso dicen que le dijeron al ex representante de la Unesco; aunque conociendo la forma en que los políticos mexicanos trabajan, es seguro que todo fue ocasionado por la indiferencia, la desorganización y la falta de comunicación que siempre muestran en todo y para todo.
¿Quién tiene la culpa? ¿Roemer Slomianski, Ruiz Cabañas, Ruiz Massieu, Peña Nieto, todos?
Como sea, el chivo expiatorio ha sido inmolado. Roemer Slomianski ya no representa a México en la Unesco y el resto de los implicados se lavaron las manos, mandando un tierno mensaje a la comunidad judía a nivel mundial: Nótese que México quiso cambiar su voto, pero ya no se pudo, ¿eh?
Era indudable que no se iba a poder cambiar algo; pero en este país los políticos creen que todo se arregla con un "disculpe usted”.

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