COLUMNAS

Baúl de manías

Por Ma. Cristina Álvarez-Astorga
martes, 9 de febrero de 2016 · 00:00
Cofre de caprichos: ese oso no era oso, sino osa

"No es lo mismo "los tres mosqueteros”… que 20 años después”, es una expresión que surgió a propósito de la secuela del bestseller de A. Dumas que se llama así: "20 años después”. Este segundo libro describe aventuras que suceden veinte años después de las narradas en el primero. Obviamente los personajes resienten el paso del tiempo. Sus años de gloria y vigor juvenil ya pasaron… pero (tal vez) desarrollaron otras habilidades.

 

Todo esto viene a cuento a causa de Leo DiCaprio: Vale decir que "no es lo mismo el encantador y parlanchín Gilbert Grape de 1993 que el extraño y casi mudo Hugh Glass de 2016”. Leo está más viejo, más arrugado, más cachetón. A cambio, es (naturalmente), más sabio. Lo confieso: me impresionó su actuación en "The Revenant”.

 

Okey, sí. Estuvo chida su actuación, pero francamente yo habría preferido que la osa se lo despachara de un bocado, aún a riesgo de indigestarse. Última hora, era su obligación (y su derecho) porque, aunque el ataque ocurrió cuando la guerra de exterminio del gobierno gringo contra los osos apenas comenzaba (1823), no tardó en ser declarada. De hecho, para 1902 el Oso (y la Osa) Grizzly ya habían sido erradicados del 95%  de su hábitat original.  

 

Así que, si de resucitados se trata, yo prefiero a la Osita Teddy, que "volvió a la vida” en medio de aquel prepotente espasmo de exterminio. Ahí va la historia: corría el otoño de 1902. El Presidente Roosevelt necesitaba unas vacaciones. En compañía de amigos (y de reporteros que iban a documentar el episodio) tomó un tren con rumbo a Mississippi.

 

Chú-chú. Iba el alegre grupo a cazar osos negros, cerca de Memphis. Los primeros cuatro o cinco días "no hubo osos” (Jé). Al sexto o séptimo día, tras una larga persecución, los perros del grupo (es decir, los canes, cánidos o chuchos que llevaban para tal efecto) lograron por fin acorralar a un oso… Quiso el destino que en ese momento el presidente no estuviera ahí, pues  se hallaba en el campamento, lonchando. Entonces, el guía de caza tuvo una brillante idea: con la culata de su rifle, le acomodó tremendo mandarriazo en la cabeza al oso. Luego lo ató a un árbol e hizo sonar la corneta para que Teddy regresara y tuviera el honor de asesinarlo, digo, matarlo, digo, liquidarlo, digo, ultimarlo, digo, cazarlo. O, mejor dicho, "cazarla”, porque… ¡ese oso no era oso, sino osa!… En ese momento, era una osa aturdida, herida y (de ribete) medio flaca. Teddy regresó y la vio en una posición tan indefensa que nomás no se atrevió a dispararle. Días después, la escena fue inmortalizada en un cartón publicado en el Washington Post. El dibujo mostraba al presidente haciendo la señal de "Stop!” con la que le perdonaba la vida a la osa (ya liberada).

 Un fabricante de juguetes aprovechó esa imagen y creó un oso (osa) de peluche. Lo puso en la ventana de su tienda, con un letrerito que decía "Teddy´s Bear”. Aquello fue un éxito instantáneo que le permitió fundar una empresa que aún existe. La locura por "Teddy´s Bear” inspiró a John Walter Bratton (1867-1947) para componer, en 1907, la alegre "Teddy Bear March and Two Step”: http://bit.ly/1WShkTF
¡Ea!... Esta bonita Marcha hizo que me acordara de otra aún más bonita. La "Marcha de Osías”, original de la fabulética cantautora argentina Ma. Elena Walsh. … Se trata de que "Osías (el osito) en mameluco, paseaba por la calle Chacabuco, mirando las vidrieras de reojo, sin alcancía, pero con antojos”. Ahí está.
http://bit.ly/1Q5kJPV

bauldemanias@hotmail.com

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