La otra historia

No nos vayamos con la finta

Por Lucía Garayzar
miércoles, 25 de mayo de 2016 · 14:13
LA SUCESIÓN PRESIDENCIAL del año 2000 en México, dejo marcada la historia política de nuestra nación,
no sólo porque simbolizaba la esperanza de tiempos nuevos, sino porque se trataba de una elección en la que el pueblo mexicano, tendría la posibilidad de derrotar al partido oficial, dentro de una contienda democrática, pacífica y transparente.

Al inicio de la campaña, la balanza de preferencias electorales se inclinaba positivamente hacia el PRI. Según Luis Tejeda en su libro: "La transición y el pantano”, las equivocaciones del PRD y del gobierno de Cárdenas en la Ciudad de México, así como la candidatura inmadura y poco confiable de Fox, hicieron creer que Francisco Labastida candidato del PRI obtendría el triunfo sin el mayor problema, pero ¡oh sorpresa!, la elección del 2 de julio terminó derrotando de manera contundente y definitiva al partido en el poder, a través de una ejemplar jornada electoral, que se caracterizó por su orden y legalidad.

En un mensaje transmitido en cadena nacional, el presidente Ernesto Zedillo reconoció la derrota electoral de su partido tras ocupar durante setenta y un años la presidencia de la República, declarando lo siguiente: "hace un momento me he comunicado telefónicamente con el licenciado Vicente Fox para expresarle mi sincera felicitación por su triunfo electoral, así como para manifestarle la absoluta disposición del gobierno que presido, a fin de colaborar, desde ahora y hasta el próximo primero de diciembre, en todos los aspectos que sean importantes para el buen inicio de la próxima administración federal”. En aquel entonces, la prensa nacional publicó que la participación electoral registrada había sido del 63.97%; el candidato de la Alianza por el Cambio (PAN-PVEM) Vicente Fox había ganado con el 42.52 % y Francisco Labastida del PRI, había perdió con el 36.11%;
 
Cuauhtémoc Cárdenas de la Alianza por México (PRD-PT-Convergencia-PAS-PSN) apenas alcanzó el 16.64%. Amable lector, la derrota del PRI fue la consecuencia de repetidas crisis económicas que el país soportó durante los últimos 3 sexenios anteriores al año 2000; el aumento del IVA, Fobaproa, crímenes políticos (Colosio y Ruiz Massieu), corrupción, contubernios con el narcotráfico, precandidatos enemistados que se ofendían entre sí, y un candidato presidencial (Labastida) poco carismático sin una estrategia clara, contra una bien diseñada y financiada,”Amigos de Fox”, exitosa campaña electoral, que inicio en 1997, tres años antes, presentando a Fox como el súper héroe que terminaría la "dictadura priista de setenta años” y conduciría a la transformación por la que todos suspirábamos.

Muchos pensamos que con Fox llegaría el cambio anhelado, sin embargo, el Presidente que durante su candidatura se mostró como un gran demócrata, al final de su sexenio término decepcionándonos y en la necesidad de contar con un gobierno dispuesto a abrazar a un pueblo defraudado, nuevamente tropezamos con la misma piedra. ¿Qué parte de razonar el voto no entendemos? si realmente queremos mejores gobiernos, pues empecemos por analizar la decisión que tomaremos en las próximas elecciones para elegir alcaldes y legisladores. Examinemos meticulosamente las propuestas de los candidatos, hagamos comparaciones, estudiemos las planillas por las que se hacen acompañar, no nos apasionemos por las siglas y los colores
de un partido, porque al final, quienes sean elegidos, serán los representantes de quienes votamos o no por ellos; indaguemos quiénes son los candidatos, quiénes son sus asesores, cómo es su familia, qué han hecho por la comunidad, cómo es su desarrollo profesional, cuál ha sido su estado financiero durante los últimos 3 años, en fin, busquemos todo cuanto nos revele la calidad moral y profesional de quienes desean cambiar el rumbo de nuestra ciudad y nuestro estado. No nos vayamos con la finta.

 

*La autora es profesora

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