Por si las moscas

El teatro del absurdo

Por Laura Monzón
viernes, 6 de mayo de 2016 · 00:00

Los periodos de campañas electorales son momentos en el espacio-tiempo mexicano un tanto disparatados, en los que no sabemos si reír o llorar.

 

Sin que nada cambie, desde siempre tenemos a los políticos "chapulines” que claman a los cuatro vientos que todos son "chapulines” menos ellos, también a los de discursos fritos y refritos sacados del breviario politiquero y, por supuesto, los benditos debates.

 

Esas disertaciones enmarañadas en que los participantes, por lo general, hablan sin decir nada, sin proponer caminos diferentes ni dar soluciones a los problemas que aquejan al municipio, casi siempre bajo el argumento de que se van a "armar” los planes de trabajo en el transcurso de la campaña, porque quieren escuchar a los ensenadenses y analizar sus necesidades.

 

Vamos, si antes de postularse, los susodichos vivían en Ensenada, caminaban por las calles de Ensenada, se bañaban con el agua de Ensenada y convivían con la gente de Ensenada, debe suponerse que vivieron los problemas de Ensenada.

 

Por tal razón, deberían tener una idea más o menos coherente de qué hacer para contrarrestar los inconvenientes; pero esa mala costumbre de candidatearse a un puesto de elección popular sin tener propuestas precisas de cómo se va a trabajar, parece que sólo pasa en México.

 

Más bien, pareciera que a los aspirantes no les interesa mucho ir más allá de las promesas vacías para combatir el hartazgo del electorado, porque su intención es que la mayoría no votemos el próximo 15 de junio, como sucede siempre. Las estadísticas hablan por sí solas.

 

De hecho, los números demuestran que el ganador de la contienda electoral sale triunfante gracias al voto duro: el de los afiliados al partido, amistades, familiares, compadres y todos aquellos que van a beneficiarse con su victoria; esos sufragios son los que les importan, porque los tienen asegurados.

 

Por tal razón, los mandatarios que van de salida caen en el teatro del absurdo de comprarle todos los votos posibles al candidato apadrinado; tal parece que es el caso de nuestro flamante

presidente municipal, que va a dejar el municipio endeudado y en condiciones precarias.

Que el Ayuntamiento y el Sindicato de Burócratas se aventaran la ocurrencia de aumentar un 5.7 por ciento el sueldo base a más de mil funcionarios públicos administrativos es una inconsciencia.

 

Es de locos que se dé esta situación, siendo que hay  una deuda gigantesca de casi 573 millones 689 mil pesos.

 En un estudio publicado a principios de abril, se mostró que el gasto de nómina del Ayuntamiento es del 62.2 por ciento; aunque parezca increíble, el doble del resto de los municipios del país que es del 31.4 por ciento.

Si eso no es comprometer a los favorecidos para asegurarle cierta cantidad de votos al candidato patrocinado, entonces no sé cómo se le pueda llamar.

 

Estas decisiones imprudentes y todas las cosas inconclusas que el alcalde en turno va a heredarle al ganador de la contienda electoral son razones suficientes para que salgamos a votar y pensemos en elegir a políticos más conscientes de la situación que se vive en Ensenada.

 

En 2013, Hirata ganó las elecciones con el absurdo 19.48 por ciento de la lista nominal. Gran parte corresponde con los votos de los afiliados al partido, amigos, familiares, compadres y demás personas que, en mayor o menor medida, fueron agraciadas con su gestión.

 Es hora de que el restante 80.52 por ciento tomemos las riendas de las próximas elecciones y pensemos bien nuestro voto, para evitar que políticos irreflexivos arrastren al municipio hacia el despeñadero.

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