Columna

La Carroca

Por Soraya Valencia Mayoral*
domingo, 26 de junio de 2016 · 00:00
Vía láctea

En la rica tradición del arte religioso cristiano destaca la iconografía mariana - imágenes, estatuas, monumentos, cuadros, relieves etc. cuyo tema es la Virgen María-. Ya en los primeros siglos de  la Edad Media y proveniente del Oriente Bizantino (bajo la influencia, seguramente, de los griegos, egipcios y otras civilizaciones que adoraron a la diosa madre) llega a la cristiandad occidental la veneración de las imágenes de la Virgen Madre que ha acompañado a muchos fieles en su camino por la historia. Entre éstas, quiero detenerme hoy en la llamada Virgo Lactans, - en la Iglesia de Oriente Panagia Galaktotrophousa- , Madonna Lactans, la Virgen de la Leche, de la Buena Leche. Se trata de representaciones de María amamantando a su hijo Jesús. Dependiendo del estilo, la época, la mano del artista, las imágenes van variando a lo largo de los siglos: el rostro más austero, alegre o melancólico, enfatizando en el abrazo o la mirada la protección de la madre, la seguridad y la ternura, el amor sin límites. Las imágenes expresan la maternidad -el gran don de las mujeres, lo ejerzan o no biológicamente- y como símbolo de ésta, un pecho turgente, pleno, rebosante de leche. Quienes han viajado a Tierra Santa es muy probable que hayan visitado la Gruta de la Leche, en donde se encuentra un santuario mariano. Según la leyenda, estando María alimentando a su hijo, cayó una gota de leche de su pecho y eso dio a  la roca el color blanco que la caracteriza, dando quizá origen a las reliquias que circularon a lo largo y ancho de la vieja Europa cristiana ¿Interesante, no cree?
Todo este circunloquio y más me ha dado vueltas en la cabeza desde que se desató otra de las fobias tan de moda. Según la Real Academia Española, fobia se define como: 1. "Aversión exagerada a alguien o algo 2. Temor angustioso e incontrolable ante ciertos actos, ideas, objetos o situaciones, que se sabe absurdo y se aproxima a la obsesión”. Pues esta actitud enferma, que no es otra cosa, se ha desatado también contra las mujeres que amamantan en público. Señaladas de inmorales, de provocar con esto que las violen  y de cuanta porquería se le ocurra querido lector, ya andan prohibiendo, considerando delito, que una madre alimente a su criatura cuando ésta tenga hambre. Para eso tenemos el alimento integrado. Pero nunca falta el odio, otra vez el odio -¡sigamos educando en el odio!- que insisto, no es más que terror pánico ante aquello que no pueden entender. Y las mujeres, con nuestra capacidad de dar vida y de alimentar a nuestros hijos, seguimos siendo un misterio insondable para una sociedad estructurada a lo largo de los siglos y por los siglos de los siglos, desde la perspectiva exclusiva y excluyente del varón. En una de tantas, hasta le cambian el nombre a la Vía Láctea por su mítico, bello e impúdico origen. Vale.
Nota: según la mitología griega la Vía Láctea o Camino de Leche es la leche que escurre del pecho de la diosa Hera al amamantar a Hércules, nacido de una infidelidad de su marido.

*La autora es mujer de letras sacras y profanas.

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