LA OTRA HISTORIA

El fin justifica los medios

Por Lucía Garayzar Rodríguez*
miércoles, 29 de junio de 2016 · 00:10

"El primer método para estimar la inteligencia de un gobernante, es mirar a los hombres que tiene a su alrededor”. (Nicolás Maquiavelo).

 

"Un príncipe que no es sabio no puede ser bien aconsejado y, por ende, no puede gobernar”. (Nicolás Maquiavelo).

Hace más de quinientos años, el diplomático y escritor Nicolás Maquiavelo escribió uno de los tratados políticos más debatidos e inquietantes y sin duda el más importante de la civilización occidental.

 

"El Príncipe”, para muchos fue considerado un manual dedicado a tiranos y dictadores, mientras que para otros, abrió el camino a la tolerancia étnica y religiosa, a los derechos humanos individuales y a la democracia moderna; sin embargo, también provocó, justa o injustamente, que el nombre de Maquiavelo sobreviviera a través de los siglos como un sinónimo del mal.

 

En sus 26 capítulos cortos, muestra el mecanismo del poder político, aborda la organización de un gobierno, y la manera en la que éste debe seleccionar a sus colaboradores.

 

El Príncipe sugiere que, antes de cualquier cosa, se debe aprender a luchar, a ser despiadado y cruel, a mentir, a faltar a la palabra, a estar preparado para violar los principios religiosos y morales cuando convenga, pero también expresa la necesidad de parecer compasivo, moral y devoto, todo con tal de conservar el poder.

 

Maquiavelo no era "maquiavélico”, fue su extraordinaria inteligencia y franca manera de pensar, la que le trajo numerosos enemigos, entre los que se contaron monarcas e intelectuales de gran trascendencia.

 

Su concepción por mantener al Estado separado de la religión, lo enemistó con la Iglesia Católica, a tal grado, que el clero declaró a "El príncipe” como una obra impía y un libro maldito, provocando de inmediato su censura.

 

Con el paso de los años, las ideas de Maquiavelo se fueron asentando en el desarrollo de la humanidad, inspirando el proceder y las ideas de los protagonistas de la historia, a veces a conciencia, otras veces no tanto.

 

Amable lector, es increíble observar que a pesar del tiempo transcurrido, "El Príncipe” sigue vigente, las ambiciones políticas de hace 500 años son las mismas de hoy. Actualmente los políticos del mundo entero, especialmente de los países con sociedades poco instruidas como la nuestra, no tienen reparos en aplicar las recomendaciones de Maquiavelo y no precisamente a favor del bienestar del pueblo.

 

Durante muchos años hemos sufrido la tiranía de nuestros gobernantes, porque en lo general son despiadados, es vergonzoso comprobar que su ambición personal no tiene límites, lo quieren todo, pero para beneficio propio, el de sus familias y el de sus compinches, claro.

 

Quien se estrena en el poder, llega con la noble intención de cambiar y mejorar el nivel de vida de su gente, pero una vez instalados en la que hace mucho bautice como "la silla embrujada”, se transforman, rápidamente aprenden el arte del engaño y al poco tiempo, su único objetivo es mantenerse en el poder a costa de lo que sea, es aquí donde aplica la frase mundialmente conocida, "el fin justifica los medios”.

 

Pero ignoran prácticamente la única regla que Maquiavelo repite una y otra vez, evitar ser despreciado u odiado por el pueblo. "Si tienes fuertes y, sin embargo, la gente te odia, aquellos no te salvarán”.

 

El hartazgo de la ciudadanía es muy claro, el repudio que se ha hecho viral en redes sociales en contra del Presidente de la Republica es terrible, la reputación de la clase política dentro y fuera del país está verdaderamente por los suelos, ya nadie les cree.

 

Senadores, diputados, servidores públicos, diplomáticos, todos, absolutamente todo lo que tengan que ver con la clase política de nuestro país, está viviendo la peor devaluación de la historia mexicana y lo que es peor, confían en que no ocurrirá nada.

 Las pasadas elecciones demostraron el cansancio y la decepción de una ciudadana muy lastimada, claramente pudimos observar que el triunfo no lo obtuvo quien ganó, pero sea como sea, así tendrá que gobernar y tendrá que hacerlo bien, pues de lo contrario abanderará el gobierno más criticado y gris, abandonado por quien fuera su fiel e inseparable compañera: La suerte.

* La autora es profesora

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