COLUMNA INVITADA

La enfermedad social

Por Jorge Alberto García
sábado, 24 de septiembre de 2016 · 00:00

La quinta causa de defunciones en México sobresale no porque sea un padecimiento como diabetes o cirrosis, sino por lo que revela: un país "enfermo” hasta la médula de carencias económicas, sociales, educativas y culturales.

 

Los homicidios, agrupados en las agresiones, se dividen en culposos y dolosos, menciona Francisco Rivas, director general del Observatorio Nacional Ciudadano.

 

"El culposo no lleva una intencionalidad directa: puede ser un accidente, impericia o imprudencia; el doloso sí implica algún nivel de intencionalidad de acabar con la vida de una persona”, explica.

 

"En México, la crisis de inseguridad de los últimos años ha tenido como consecuencia que el mayor número de homicidios tengan que ver con actos criminales”, lamenta el director.

RADIOGRAFÍA CRIMINAL

El perfil de las víctimas tiende a ser hombres ligados a bandas del crimen organizado, de entre 25 y 40 años y con un nivel socioeconómico y escolaridad medio bajo, indica Rivas.

 

Otra faceta son los homicidios políticos, dirigidos contra alcaldes y otras figuras de autoridad, que tienen como objetivo mantener un nivel de descomposición social que les permita mantener su supremacía a estos grupos.

 

"También los que se cometen por la debilidad de los gobiernos locales de procurar seguridad a los ciudadanos y que pueden ser homicidios después de un robo, secuestro o extorsión”, dice el director general.

 

Los homicidios de violencia social, como los feminicidios, ocurren en todos los niveles socioeconómicos, están ligados frecuentemente a cuestiones sexuales e involucran cuestiones culturales como el rol de la mujer.

 También los homicidios en cárceles y penales y atentados contra periodistas.

CAUSAS HISTÓRICAS

La desigualdad de oportunidades, con millones de personas de escasos recursos con una educación deficiente y trabajos mal pagados, no explica la problemática entera, pero es un factor importante en la alta tasa de homicidios.

 

"En amplias zonas del país, muchas personas no acceden a un buen trabajo o a niveles suficientes de salud o de infraestructura para vivir dignamente y por otro lado en otras zonas son controladas por grupos criminales”, dice Rivas.

 

"Además tenemos un Estado débil, que no sólo es ineficiente para ofrecer servicios, sino que es ineficaz y no puede combatir efectivamente a quien delinque en el territorio nacional”.

 Como las tasas de impunidad son altísimas, esto provoca que seguir delinquiendo sea un modo de vida fácil para muchos porque alguien que comete un delito difícilmente será capturado y castigado.

ESTADÍSTICAS POCO FIABLES

Los números son generalizados en el país, pero los estados con las tasas más altas en números relativos de homicidios dolosos son Colima y Guerrero. En cambio, Michoacán concentra un número alto de homicidios culposos.

 

"Seguimos teniendo una debilidad importante en cuanto a números; registramos dolosos como si fueran culposos y esto se debe a debilidades en las áreas forenses de las procuradurías que no tienen adecuados sistemas de registro.

 "También nos lleva a pensar en decisiones políticas, porque una forma de evaluar a nuestras autoridades es a través del número de delitos que se cometen en una entidad en un determinado periodo”, estima Rivas.

DISMINUYE EXPECTATIVA DE VIDA

Las consecuencias son graves y ya se observan a nivel nacional: se estima que la crisis de violencia en los primeros años del siglo 21 disminuyó la expectativa de vida en México.

 

"Nos llevó a la pérdida de casi 6 meses en la expectativa y en algunas entidades donde se concentran las cifras mayores de homicidios, como Chihuahua, se llega a hablar de una pérdida de hasta 2 años”, revela Rivas.

 Una persona asesinada que era el sostén de su familia puede dejar en el desamparo total a ésta, con efectos económicos, sociales y psicológicos graves que trascienden al resto de la sociedad.

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