LA OTRA HISTORIA

La Ensenada de antes

Por Lucía Garayzar
miércoles, 18 de enero de 2017 · 00:00
Canción de cuna desde la neblina, es quizá la novela más hermosa que he leído, no solamente por su chispeante y nostálgico relato, sino por todos los escenarios del siglo pasado que la autora, Profra. Carlota García González, nos dibuja en cada página, recordando a la bella cenicienta de aquellos días.
La obra cuenta como se vivía en la Ensenada Blanca de aquel entonces; cuando las calles principales no tenían pavimento, cuando las empacadoras de pescado daban empleo a cientos de hombres y mujeres; aquellos años en los que por las noches se informaba a través de la radio que una avioneta estaba por aterrizar y rápidamente, los pobladores acercaban sus autos con las luces encendidas, en muestra de solidaridad, sirviendo de guía al piloto.
En aquel tiempo, no había necesidad de ir a la tienda de la esquina más cercana para comprar leche, sólo era suficiente que usted dejara sus botellas de vidrio vacías fuera de su casa, justo a un lado de la puerta, para que muy temprano por la mañana, llegara el lechero y las cambiara por envases llenos.
Ser profesor o profesora de escuela era lo máximo, ser el doctor del pueblo, ni se diga y ser pescador era lo mejor que podía sucederle a los jóvenes, en caso de no haber tenido la oportunidad de estudiar una carrera. En aquel tiempo, el que llegaba a Ensenada difícilmente no prosperaba, así es que todos los que de otros lugares visitaban el puerto, decidían quedarse para siempre.
Amable lector: de aquella Ensenada que parecía tener un futuro próspero, lleno de gente noble y confiada, no queda mucho; con el paso de los años todas las ciudades crecen, tienden al progreso, porque así lo marca la modernidad, no se puede avanzar viviendo en el pasado.
De la bella cenicienta de antes, sólo queda la bruma que nos abraza por las mañanas y nos transporta al sueño de lo que quisiéramos ver los que aquí nacimos y amamos este terruño, por lo pronto, tendremos que conformarnos con seguir recorriendo calles enteras destruidas por falta de pavimento, porque, mire usted amable lector, creo que será muy difícil que esta administración solucione en tan poco tiempo, los problemas de una ciudad endeudada, saqueada y olvidada por casi una década.
Hace apenas unos días la Ensenada blanca, esa ciudad tranquila habitada por gente buena, demostró su temple, utilizando sus luces como reflectores para hacer descender el vuelo del abuso y de la injusticia; el hartazgo social ha llegado a su límite, jamás pensé y creo que mi querida amiga Carlota, mientras escribía su novela, nunca imagino, ni siquiera en sueños, lo que depararía el inicio de 2017.
Ensenada y todos los municipios del Estado han despertado, así es que mis queridos representantes políticos, les envío respetuosamente una simple recomendación; todos y cada uno de ustedes dentro de sus equipos de trabajo, cuentan, al menos, con dos o tres personas inteligentes y capaces de ver más allá de lo que ustedes ven. Aprendan a escuchar y no confíen en quienes siempre dicen a todo que sí, porque esos solamente buscan el beneficio propio, no procuran el bien común, mucho menos el bien del líder al que se deben.
¡Viva Ensenada!, ¡viva Baja California y su gente!

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