DÍA DEL SEÑOR

II Domingo Tiempo de Adviento Ciclo “B”

Por Padre Carlos Poma Henestrosa
domingo, 10 de diciembre de 2017 · 00:00

“He aquí que Yo envío a mi mensajero delante de ti, a preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto”. (Mc 1, 1-8)

El Evangelio de este Segundo Domingo de Adviento nos invita a prepararnos para la celebración de la venida de Jesús, al celebrar su cumpleaños en esta Navidad.

Todo Adviento, tiene este sentido de preparación. Todo Adviento contiene un llamado a la conversión, al cambio de vida. Es por tanto, una oportunidad maravillosa para crecer en la fe, aumentar la esperanza y mejor practicar la caridad.

Esta llamada a la conversión exige un trabajo, personal y comunitario, para transformar nuestras vidas, para que seamos un signo visible en medio de nuestro mundo de que Dios está con nosotros. Dios, un día, vino a compartir nuestra vida, vino a nacer entre nosotros, y desde entonces, no se ha ido, está a nuestro lado, nos acompaña. Pero hay obstáculos, caminos torcidos y escabrosos, que nos dificultan verle.

San Juan Bautista aparece en el desierto, nos dice el Evangelio que “vestido de pelo de camello, ceñido con un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre”. Se presentó como un mensajero inmediatamente antes de Jesús para preparar el camino a éste, predicando “un bautismo de arrepentimiento, para el perdón de los pecados”.

“Aplanar cerros y colinas” Significa rebajar las alturas de nuestro orgullo, nuestra soberbia, nuestra altivez, nuestro engreimiento, nuestra auto-suficiencia, nuestra arrogancia, nuestra ira, nuestra impaciencia, nuestra violencia, etc. Todas ésas son “alturas”, pero no alturas buenas. Hay que aplanarlas y rebajarlas.

También hay que “rellenar quebradas y barrancos”. Hay que rellenar las bajuras y bajezas de nuestro egoísmo, de nuestra envidia, nuestras rivalidades, odios, venganzas, revanchas. Todas ésas son bajezas y son pecados todos que dificultan el que podamos vivir en armonía unos con otros. Son bajuras que impiden la realización de ese Reino de Paz y Justicia que Cristo viene a traernos.

También nos habla de corregir el diseño del camino: “enderezar los caminos torcidos y con curvas”. Cambio de rumbo, rectificar el camino si vamos por caminos torcidos y equivocados, que no nos llevan a Dios. ¿A dónde queremos ir? ¿Hacia dónde estamos dirigiéndonos?

El Adviento nos prepara para todo esto, y nos prepara también para la celebración de la Navidad, en que recordamos la venida histórica de Cristo.

El Adviento es tiempo propicio para responder a la llamada de San Juan Bautista. Es la misma llamada que nos hace el Mesías que viene y que nos hace la Iglesia siempre, pero muy especialmente en Adviento: conversión, cambio de vida, enderezar el camino, rebajar las montañas y rellenar las bajezas de nuestros pecados, defectos, vicios, malas costumbres, faltas de virtud.

En este Adviento me atrevo a preguntarte: ¿qué camino estás siguiendo, el falso o el que conduce a la felicidad? Si vives obsesionado por el dinero, el placer, la vanagloria, el pensar sólo en ti mismo, te estás equivocando. Esto no te hace feliz. Tienes la oportunidad de rectificar y enderezar tu camino. ¿Cómo puedes preparar el camino que conduce a Jesús, qué piedras son las que te hacen tropezar, qué baches son los que te encuentras? Sólo si tienes ilusión y ganas por llegar a la meta, podrás llegar. No lo harás solo, pues hay otros muchos que te acompañan.

Prepárate para la Navidad. No te dejes arrastrar por las simplezas de las cenas, o de las mal llamadas posadas que algunos ni siquiera invocan a la Sagrada familia pero nunca falta la comida y la bebida, el gasto inútil, las prisas. Sólo merecerá la pena esta Navidad si encuentras de nuevo tu camino interior y escuchas al Dios de la misericordia, que viene a consolarte y a regalarte la salvación. ¿Estarás atento a su voz?

Que la disposición para recibir a Jesús, nos conceda siempre preparar nuestra vida, para que Él con su venida nos proteja, acompañe y bendiga siempre.

cpomah@yahoo.com
 

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