Columnas

Día del Señor

Por Padre Carlos Poma Henestrosa
domingo, 19 de febrero de 2017 · 00:00
Domingo VII Tiempo Ordinario Ciclo "A”
"Porque si ustedes aman solo a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? (Mt 5, 38-48)

Padre Carlos Poma Henestrosa

El evangelio de hoy, nos habla del llamado de Dios a todos los seres humanos a que seamos santos, porque Él es Santo. Esto quiere decir que, si hemos de ser cristianos, debemos imitarlo a Él. Y esa imitación es principalmente en la santidad, en el amor.

El amor puede hacer que el enemigo deje de ser enemigo y se convierta en un hermano, que reconozca su mal y trate de repararlo, que cambie de forma de pensar y de actuar. Es el amor: a diferencia de la justicia, y más allá de la justicia, el amor es por esencia gratuito y no responde a ningún derecho. No consiste, pues, en un intercambio: esto por aquello. Pues el amor sólo puede revelarse sin equívocos cuando es amor al enemigo, ya que nada cabe esperar del enemigo. Esto no quiere decir, claro está, que el amor consiste sólo en amar a los enemigos; pero sí quiere decir que el verdadero amor se manifiesta en el caso extremo de amar a los enemigos.

El amor a los demás hay que extenderlo a los enemigos y a los que nos odian y nos persiguen y nos calumnian. Si Dios pide esto, será difícil, pero no imposible. Y es posible porque Él nos proporciona todas las gracias para cumplir con lo que nos pide.

Para convencernos bien de esto, más adelante en este mismo Sermón de la Montaña, Jesús nos dice que si no perdonamos a los que nos hacen daño, nuestro Padre Celestial tampoco nos perdonará a nosotros: "Pero si ustedes no perdonan a los demás, tampoco el Padre les perdonará a ustedes.” (Mt 6, 15)

Una cosa muy interesante es la finalidad que nos da para tener ese comportamiento generoso con los enemigos: "hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial”.

El amor perfecto es amar a todos, porque Dios, nuestro padre celestial ama a todos y "hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos”. Sí, Jesús nos manda amar a todos, incluidos los enemigos, y a poner la mejilla izquierda cuando nos abofetean en la derecha. En esto, nos dice Jesús, consiste la perfección del amor, perfección a la que estamos llamados todos los discípulos de Jesús.

Las heridas que alguna vez nos han dejado, no se curan automáticamente como resultado de  un acto de la voluntad. El perdón y la reconciliación no provienen de los sentimientos puramente humanos sino que son fruto de la gracia de Dios. Pidamos la ayuda del Señor para que podamos avanzar en esa dirección y así cicatricen las heridas del corazón, y dejemos atrás los viejos resentimientos.

Al rezar hoy el Padrenuestro no seamos hipócritas. Seamos sinceros al decir "perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Seamos comprensivos y compasivos como lo es Dios con nosotros. Sólo así nos daremos cuenta de que lo que parece imposible es posible.

Que Dios con su infinito amor misericordioso los bendiga hoy, acompañe y proteja siempre

cpomah@yahoo.com

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