DESDE HOLANDA

Eso de lo que no hablamos

Por Dianeth Pérez Arreola
miércoles, 22 de marzo de 2017 · 00:00

Dicen que a los alemanes no les gusta hablar de los nazis. Que se sienten incómodos hablando de las atrocidades cometidas por una generación ajena a la suya. Los errores de sus antepasados no son sus errores. A los holandeses tampoco les gusta hablar de su pasado esclavista.
El Museo Nacional planea poner el dedo en la llaga con una exposición sobre la esclavitud, el lado oscuro de la historia holandesa. Eso sí, hasta el 2020 para ir haciéndose a la idea, porque obras de arte que reflejen las costumbres de ese tiempo, hay suficientes.
Hace tiempo que trabajan en renombrar pinturas y grabados que involucran esclavos para titularlos con nombres políticamente correctos. Por ejemplo "Jovencita negra” del pintor holandés Simon Maris, se llama ahora "Mujer joven con un abanico”. La preparación de la exhibición llevará tiempo porque se planea hasta este tipo de detalles para no herir susceptibilidades.
Apartheid, la palabra que describe el sistema de segregación racial en Sudáfrica hasta 1992, es una palabra holandesa. La Compañía de Indias Occidentales poseía el monopolio comercial de la zona del Atlántico, y llevaba esclavos desde África a Brasil, el Caribe y Norteamérica. Países Bajos nunca ha pedido perdón. En 2103, en la ceremonia del 150 aniversario de la abolición de la esclavitud en las antiguas colonias de Holanda, Surinam y las Antillas, se expresó "remordimiento y arrepentimiento”.
El reino holandés comerció con medio millón de esclavos, en poco más de dos siglos, de 1492 a 1700; lejos del número alcanzado por el imperio británico, con dos millones de esclavos vendidos, y el millón y medio del imperio francés en ese mismo periodo. Los mayores comerciantes de esclavos fueron los imperios portugués y español, que continuaron con el infame negocio hasta 1870.
Eso de pedir perdón no se les da bien a los países conquistadores; ni eso, ni la aceptación de que gran parte de la grandeza de sus naciones de debe al expolio hecho a los conquistados.
Cuando llegaron los conquistadores españoles se horrorizaron ante los sacrificios humanos realizados por los aztecas, y se discutió por un tiempo si los nativos tenían alma o no -cuestión fundamental para ver si podían ser utilizados como esclavos-.  Pero ¿con qué cara las naciones europeas tacharon de "salvajes” las costumbres de los nativos del nuevo continente, cuando ellos compraban, vendían y transportaban en condiciones inhumanas a seres humanos? Y eso sin contar con la horrenda vida que les esperaba si sobrevivían al viaje.
No, a los holandeses no les gusta hablar de su pasado esclavista, por eso la valiente decisión del director del Museo Nacional, es de aplaudirse. No todo es gloria y honor, todos los países tienen capítulos de su historia de los cuales avergonzarse, pero guardarlos en el cajón y no hablar de ellos es también una afrenta a los humillados. El silencio no borra las heridas ni los errores. Tal vez esta exposición sirva como un acto de reconciliación de Holanda con su pasado. Tal vez sea la ocasión perfecta para ahora sí, pedir perdón.


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