COLUMNA CETYS

El emprendimiento esbelto

Por Eduardo A. Durazo
miércoles, 26 de abril de 2017 · 00:00
Y cómo aplicarlo en nuestras propuestas de negocio

Cuando pensamos en iniciar un negocio, con frecuencia nos enfocamos en el producto o servicio que ideamos a partir de nuestras capacidades, intereses o gustos. Es aquí cuando nos enfrentamos a la pregunta de cómo hacer dinero a partir de nuestra propuesta hacia los clientes potenciales del producto o servicio.
Con frecuencia invertimos gran cantidad de tiempo planeando y refinando las características que pensamos pueden ser más atractivas o que proporcionen mayor utilidad a los clientes, sin embargo algunas metodologías nos aconsejan que antes de desarrollar con minuciosidad y gran detalle debemos probar con clientes reales nuestra propuesta de negocios.
Esta propuesta de desarrollo de negocios se le ha definido como el Emprendimiento Esbelto, integra el concepto denominado Producto Mínimo Viable, que de acuerdo al autor Eric Ries "consiste en el conjunto más pequeño de características o de actividades requeridas para refutar una hipótesis del modelo negocios”. Es decir nuestras ideas de lo que puede funcionar en una primera instancia es sólo una hipótesis hasta que no lo comprobemos con clientes reales.
Pero ¿cómo podemos probar nuestro producto o servicio? Es aquí en donde entra el concepto denominado prototipos rápidos que de acuerdo al conferencista Tom Chi, consiste en desarrollar un artefacto que nos permita encontrar la ruta más rápida hacia la experiencia del usuario. Este mismo autor nos da un consejo "hacer es la mejor forma de pensar” es decir no invertir demasiado tiempo en crear planes sobre el papel, sino construir la mejor forma de mostrarle a nuestro cliente la propuesta de valor que estamos ofreciendo, esto con el propósito de obtener retroalimentación que permita ajustar y adaptar el proyecto a las necesidades reales del mercado.
Podemos agregar un concepto adicional, el de las metodologías ágiles de gestión de proyectos, que nos recomiendan no tener ciclos largos de ejecución, sino programar las tareas en ciclos de un máximo de dos a cuatro semanas con entregables desarrollados en su totalidad. Cada nuevo ciclo nos permitirá ajustar las características de nuestro producto o servicio, y nuevamente salir a probar su funcionalidad con clientes reales para obtener retroalimentación.
¿Cuándo paramos este proceso? Cuando las modificaciones por parte de los clientes ya no sean significativas, eso permitirá considerar que el producto está listo para salir al mercado, y es ahí en donde podemos invertir en otros rubros como la presentación, la publicidad y promoción, la distribución, entre otros, si lo hacemos antes corremos el riesgo de salir con un producto que sea rechazado por el mercado.
El autor Clayton Christensen nos hace una sugerencia, que pensemos en términos de qué es el trabajo que nuestro producto o servicio resuelve para nuestros clientes y por el cual están dispuestos a pagar dinero. ¿Resuelve una necesidad práctica, emocional? ¿Cómo quiere sentirse nuestro cliente potencial? ¿Cómo quiere ser percibido por otros? ¿Qué tareas o problemas funcionales quiere resolver? Conocer a nuestros clientes mediante este tipo de preguntas antes de aventurarnos a invertir tiempo, dinero y esfuerzo en un emprendimiento aumentan nuestras posibilidades de éxito.

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