DESDE HOLANDA

Pequeñas grandes diferencias

Por Dianeth Pérez Arreola
miércoles, 26 de abril de 2017 · 00:00
Siempre me preguntan si ya estoy "adaptada” a la vida holandesa. Yo siempre contesto que adaptada no, acostumbrada sí. Hay muchas diferencias entre holandeses y mexicanos en su forma de ser y sus costumbres. Aquí unas cuantas.
Siempre estoy bien: Los holandeses nunca muestran emociones intensas. Si están bien, mal, contentos o enojados es un misterio. A todas las mexicanas casadas con holandeses nos han acusado al menos una vez de tener "temperamento mexicano”, por no disimular (como ellos) cuando estamos enojadas.
Las amistades: Hasta los mismos holandeses reconocen que es difícil para ellos hacer amigos. Primero hay que pasar varios años en la categoría "conocidos”, para avanzar lentamente a ser considerados como amigos cercanos o íntimos. Hace poco leí una nota donde decían que comparado con muchos países del mundo, México era uno de los lugares más fáciles para hacer amigos. No tengo ninguna duda.
Los cumpleaños: El típico ritual de la fiesta de cumpleaños holandesa para mayores de edad empieza por saludar al festejado y luego a todos los presentes. Aquí se le dice felicidades a todos y no sólo al cumpleañero. Luego hay que tomar asiento en una formación circular de sillas y comer un pedazo de pastel acompañado de café. Sólo después de esto se ve bien empezar a tomar cerveza o vino. Iniciar directamente con el alcohol se ve mal. En estas fiestas, a diferencia de las mexicanas, no hay comida, sólo botanas. Tampoco hay música para bailar, es más como un ruido de fondo.
Lavado de trastes: La técnica holandesa consiste en quitar los restos de comida de los platos con un cepillo especial. Luego se ponen los trastes en el lavadero con agua muy caliente con jabón, se tallan con una esponja y a continuación se secan con una toalla de cocina sin enjugarlos antes con agua. Esta rara manera de lavar los trastes ha producido innumerables discusiones y casi divorcios entre parejas de mexicanas y holandeses.
Las bodas: Ser invitado a una boda es algo tan extraordinario, que es común que los jefes dan el día libre a sus empleados. La gran mayoría de las bodas son entre semana, y aquí no hay fiestas con muchos invitados, pues sólo van los novios, su familia cercana y los mejores amigos. Otra diferencia es que la boda se divide en tres etapas; la ceremonia, el brindis y la cena. No todos los invitados están incluidos en las tres partes. A la cena sólo van unos pocos.
Sin pelos en la lengua: Algo que llama mucho la atención de la forma de ser de los holandeses es que son muy directos, comparados con las maneras mexicanas, casi rayan en la grosería. Si algo no nos gusta a los mexicanos, empezamos a decir algo así como "está bien, pero yo creo que sería mejor si…”, en cambio los holandeses dirán directamente que no, o que es una mala idea. En muchas cosas aplica el dicho "a donde fueres, haz lo que vieres”, pero no en todo. El éxito de lo que llaman "adaptación” es encontrar el equilibrio.

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