LA OTRA HISTORIA

Traidores y traicionados

Por Lucía Garayzar
miércoles, 26 de abril de 2017 · 00:00
"Traidor, no es aquel que en defensa de su pueblo miente y traiciona al país enemigo; traidor es quien cambia de bando para destruir todo lo que defendía”.

Los grandes tesoros de la historia, guardan los nombres de quienes han dado a su patria y al mundo lo mejor de sí mismos, pero también tiene registro de los peores tiranos y traidores que han existido.
A medida que vamos conociendo la historia de la humanidad, nos percatamos que la ambición desmedida por obtener riqueza, amor y poder, son las razones más comunes que llevan al ser humano a convertirse en el peor de los traidores.
Sin duda, Judas Iscariote será por siempre el traidor más odiado de todos los tiempos, pues siendo uno de los 12 hombres más allegados a Jesús de Nazaret, lo cambió por 30 monedas para que fuese crucificado; la muerte del emperador Julio César, fue planeada por Marco Junio Brutus, su hombre de su confianza y a quien amaba como a un hijo; el general estadounidense Benedict Arnold, durante la guerra de independencia, enojado porque su trabajo no era reconocido, vendió la rendición de West Point a los ingleses por 20,000 libras; Antonio López de Santa Ana, es considerado como un traidor para el pueblo de México por haber vendido más de la mitad del territorio nacional.
Amable lector: Los judas en nuestro país cuando de política se trata, sí que han hecho de las suyas, sólo basta echar un vistazo al pasado y observar el presente para entender que hemos sido y seguimos gobernados por más de un traidor.
Mire usted, en nuestro país ya se ha hecho costumbre la falta de lealtad en todo sentido, tanto la clase política como los mismos ciudadanos traicionamos frecuentemente con nuestros actos, porque tan traidor es aquel, que movido por su ambición deja al partido al cual pertenece para brincar a otro; como traidor es el ciudadano que se dedica a intrigar y chantajear pretendiendo que el gobierno le resuelva todos sus problemas.
Jesús fue traicionado sin merecerlo, su único pecado fue conducirse por la vida haciendo lo correcto, y eso precisamente fue lo que incomodó a quienes lo mataron; Julio César, en cambio, amaba la traición, pero odiaba al traidor, que ironía; así son muchos.
Cierto es, que la traición siempre vendrá de quien besa la mano y adula sin medida y para muestra basta un botón, ¿en dónde quedaron toda la bola de barberos que mientras tanto Pelayo como Hirata gobernaban, aplaudían en todos los actos y se tiraban de pechito para que ellos pasaran?, en aquel entonces vi a muchísima gente hacerlo, pero también, a esos mismos los vi tiempo después despotricando contra ellos. Sean cautelosos los que hoy gobiernan, la traición pulula en el ambiente, no se dejen sorprender porque el poder no dura para siempre.

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