ANDANZAS ANTROPOLÓGICAS

Estrategias de caza en época prehistórica

Por Arqlgo. Rubén F. García Lozano
jueves, 11 de mayo de 2017 · 00:00
Es usual que antropólogos o arqueólogos, quienes nos dedicamos al estudio de las sociedades vivas y desaparecidas respectivamente, nos refiramos a los antiguos pobladores de Baja California como cazadores-recolectores-pescadores. En efecto, esta noción ejemplifica la economía que dichos grupos tenían pues la obtención de alimentos y materias primas se daba en un modo de apropiación, dicho de otra forma obtenían las materias para satisfacer sus necesidades primarias explotando el medio ambiente sin alterarlo de manera sustancial, este modelo económico, en contraste con la sociedad moderna altamente industrializada, es uno de los que menos impacto tiene en la naturaleza.
La dieta de estos grupos humanos la constituía una variedad de productos vegetales y animales; hojas, flores, raíces y, principalmente, semillas se utilizaban a diario como alimento; en las costas la alimentación se complementaba con pescados y moluscos (abulones, mejillones, almejas y pequeños caracoles), además de estas especies, cuya colecta es relativamente fácil, había otros alimentos de origen animal que requerían conocimientos y estrategias de obtención mucho más complejos.
En excavaciones arqueológicas efectuadas en sitios costeros del Norte de Baja California se han documentado artefactos arqueológicos y huesos de fauna que evidencian el aprovechamiento de mamíferos marinos y terrestres de talla chica y mediana, especies como rata de campo, liebre, nutria, venado, lobo marino, entre otras, integraban también la dieta de los antiguos habitantes de la región. Muchos de estos huesos muestran huellas de las herramientas de piedra con que fueron cortados y destazados, a su vez artefactos como puntas de dardos y flechas de piedra constatan el uso de lanzas manuales, lanzadardos y arco/flecha.
Sin embargo al registro arqueológico también escapan datos que por sus características perecederas e inmateriales no se conservan en los sitios arqueológicos, no obstante sabemos por información recabada por exploradores en los siglos xviii y xix y antropólogos en la segunda mitad del siglo xx que los grupos nativos solían elaborar trampas para roedores y pájaros con varas y cordeles, también utilizaban un palo curvo aplanado de alrededor de medio metro de largo para cazar conejos; jaras, fisgas y arpones hechos de varas aguzadas y endurecidas con fuego eran implementos usados para pescar y cazar, a las habilidades para fabricar estos instrumentos de caza, incluyendo el arco/flecha, habría que sumar el conocimiento del comportamiento de las especies y su relación con los ciclos estacionales de la naturaleza.
Una de las presas emblemáticas era el venado, su tamaño, agilidad, temperamento elusivo y permanente estado de alerta le otorgaba una categoría cuasi mítica ocupando un lugar preponderante en la cosmovisión de estos antiguos grupos humanos. Solamente cazadores experimentados solían emprender una expedición de caza de venado, ésta era precedida de ayunos, cantos y plegarias e incluso interpretación de los propios sueños; localizada la presa mediante rastreo podía ser abatida por emboscada y/o persecución.
El retorno de un cazador al campamento base con su presa sin duda era motivo de alegría pues suministraba carne para alguna festividad grupal o para alimentar a la familia por una temporada ahumándola y secándola al sol, un venado también proporcionaba piel para ropaje, tendones para ataduras y huesos para fabricar punzones, nada se desperdiciaba; una vez más, habilidades y técnicas empleadas a fondo proveían a la comunidad de una carne tan estimada, espíritus y deidades habrían sido benévolos nuevamente con los hombres.

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