VOX PÓPULI

Keiko, boli y morgancita…

Por Dr. Álvaro de Lachica y Bonilla
sábado, 27 de mayo de 2017 · 00:00
En México, estamos de fiesta, este fin de semana pasado, se casó Paulina Romero Durán, en una sencilla recepción en el Hotel Camino Real de la Ciudad de México. Ella es la mujer sencilla que viaja por todo el mundo en aviones comerciales y privados, en yates también, que presume de comidas en restaurantes y hoteles exclusivos, que exhibe costosas bolsas de mano y que comparte sus lujos con sus bulldogs ingleses: "Keiko”, "Boli” y "Morgancita”. ¿Será casualidad que Paulina sea la hija del senador Carlos Romero Deschamps, el huachicolero mayor y líder casi vitalicio del sindicato de petroleros que mantiene a Pemex en agonía extrema? Increíble, Carlos Romero es archimultimillonario, pero no gracias a su sueldo en Pemex, de casi 40 mil pesos mensuales, incluyendo prestaciones, el equivalente a lo que gana un "motorista” de Petróleos Mexicanos y que con toda seguridad sirvieron para pagar tan esplendida recepción que merecía Paulina.
Siempre he estado convencido que el hampón del sindicato petrolero es una rémora que se ha hecho millonario a costa de la empresa más corrupta del planeta. Cuando joven trabajaba como chofer y percibía $24.25 diarios, $169.75 por semana mientras amigos del oficio trabajando para Pemex, les pagaban $820 pesos netos, sumando apoyos como vales de despensa, gasolina y gratificación por llegar a tiempo mensualmente como si llegar puntual fuera digno de homenaje.
Los petroleros han sido siempre envidia de todos por las canonjías obtenidas, pero las ganancias extendidas como meter tiempo extra sin haberlo trabajado por medio de que un camarada te checara la tarjeta con una comisión de por medio, acumulando en el mes en lugar de $3280 pesos hasta ocho mil baros que para los sesentas era una locura. Si los dispendios eran para la perrada, ya han de imaginar lo que era y sigue siendo para el exclusivo mundo de los de confianza y líderes.
Resultó esplendida la fiesta que merecía Paulina. No cabe duda. Sin pudor alguno, asistieron a la fiesta varios miembros de la clase política mexicana, sin cuestionar que los recursos utilizados para entretenerlos de forma tan espléndida son recursos robados al pueblo mexicano, sin pensar que esto, también es corrupción.
El senador invitó y todos fueron a disfrutar y divertirse como lo hacen de forma permanente con el dinero de todos los mexicanos. Para no discriminar, ahí estaba la crema y nata del PRI, encabezada por el presidente del partido, Enrique Ochoa Reza, el jefe de gobierno de la CDMX, Miguel Mancera y ¿por qué no? el Lic. Diego Fernández de Cevallos, panista distinguido que no rechaza una invitación a una buena fiesta, ya nada más faltaba Xóchitl Gálvez con todo y su Periscope.
Mientras el sistema político mexicano está hundiéndose en las arenas movedizas de la corrupción, la corte se divierte y el cinismo es pan de todos los días. ¿Nadie se da cuenta que desde fuera, México está calificado de democracia fallida? Pero qué carajos… si la "Nomenklatura” se divierte.
Contrastes que tiene la vida, en Puebla, están combatiendo a los llamados huachicoleros, los que roban combustible de los ductos de Pemex. Ellos se resisten, como si fueran un ejército, que exige los dejen explotar ese recurso, pues sienten que les pertenece. Seguramente ya han agarrado a muchos robaductos, gente que con cubetas que va y llena los bidones de los que sacan el mayor provecho de esta ordeña.
Tal vez agarren a algún líder, algún trailero o hasta algún presidente municipal que solape el robo. Pero a los verdaderos ladrones, los que pertenecen a la empresa paraestatal, los que pertenecen al sindicato de Romero Deschamps, los que pertenecen al gobierno estatal o federal, a los mismos gasolineros que son los que compran el combustible robado, a ninguno de esos van a agarrar, porque esos tienen el amparo de impunidad.
El cínicazo mayor de Deschamps, hace unos días, planteó endurecer las penas para castigar la "ordeña” de ductos de gasolinas que se ha incrementado en los últimos meses, pues advirtió que esta actividad ilícita afecta la viabilidad financiera de Pemex.
Si el gobierno de verdad quisiera atender esta problemática, tendría que pensar en algo más sofisticado que enviar militares a perseguir huachicoleros; tendría que desarrollar formas de castigar la corrupción que ampara este delito, la colusión de autoridades en los tres ámbitos de gobierno y la impunidad que la acompaña. Ni hablar, nuestro gobierno sigue inundado de corrupción y sigue siendo la principal fuente de impunidad en el país.

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