BAJO PALABRA

¿Dónde pongo lo hallado?

Por Hadassa Ceniceros
viernes, 23 de junio de 2017 · 00:00
A causa de una remodelación en un área de la casa hemos tenido que remover dos habitaciones a fin de dejarlas libres para los trabajadores. Desocupamos una habitación que tenía funciones de vestidor, ropero, archivo y almacén para trasladar todo el contenido a un sitio de manera temporal. La tarea nos ocupó por varias semanas en tiempos libres.
El hallazgo de una gran variedad de artículos y documentos nos ha mantenido entretenidos por un buen número de días. Mi esposo se encargó de sus cosas, documentos y ropa, yo hice mi parte. Encontré manuscritos de mis primeros poemas, en las correcciones rescaté versos que ahora no sé por qué dejé de lado. Guardo algunas cartas enviadas por mí a mi padre, me ha resultado gracioso cómo cuando se vino a vivir a Ensenada pensaba yo que se encontraba la ciudad en medio de puestos de pescado porque en todas mis cartas le pedía que nos llevara cuando fuera a Tijuana. Los cuadernos de mis apuntes durante la carrera fueron otra razón de entretenimiento, interesantes anotaciones sobre filosofía en pretendidos proyectos de ensayos.
Las fotografías de la familia a través de casi treinta años, esas que quedan fuera de los álbumes y que retratan sin afeites días comunes, los cabellos de los chicos al levantarse, la ropa de dormir sin lineamientos de moda, las sonrisas sin ortodoncia o con ventanitas.
En alguna cajita especial las joyitas de mi madre, una cadena de plata, aretes sin par, un collar muy rescatable. En medio de suspiros un pañuelo de mi padre que ya no huele a él sino a "guardado” y al tocarlo pienso que él mismo lo dobló.
Una sorpresa me ha causado una botella de agua de colonia regalada a mi madre en un viaje a España por una amiga, la cual sigue con su aroma intacto a flor de azahar.
Entre pausas la nostalgia es variada, algunas prendas que marcaron un evento familiar importante, un prendedor con una flor de seda que pensé volver a usar y lo olvidé, un reloj con la hora de alguna tarde tibia de verano que quedó muy atrás.
El corazón se mueve a sobresaltos leves, los recuerdos se acercan sin preverlo pero se alejan a voluntad y entre todo, revoloteando el gusto por el momento actual, el presente con la suma de todo lo vivido y con la emoción de seguir estrenando ilusiones y sueños.

...

Comentarios