MIRADOR

jueves, 17 de julio de 2014 · 22:44
 
¿Cómo es posible este milagro? Del cielo baja una paloma y visita mi casa cada día. Bien sé que no lo hace por mí: yo no merezco tal prodigio. Viene porque han madurado ya los higos de la higuera. Pero jamás una paloma había llegado acá; nunca vi una tan de cerca. 
La paloma es de ésas que se llaman "trigueras”. Sus patitas son color de rosa. Su pecho tiene la curva -y ha de tener la tibieza- de un seno de mujer. Cuando levanta el vuelo pone en el aire un tenue silbo. Así, pienso, debe sonar el aleteo de los ángeles. 
A fuerza de mirarnos, la paloma y yo nos conocemos ya. La oigo llegar y hago como que estoy escribiendo, pero la veo con el rabillo del ojo. Ella come, y luego asoma la cabecita entre las ramas. Pareciera decirme: "Ya me voy”. 
¿Habrá en el mundo, digo, una mejor higuera que la mía, que da higos y da también palomas?

¡Hasta mañana!... 



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