Mirador

jueves, 21 de agosto de 2014 · 21:55
"La vida es una tómbola...” decía una canción.
Yo pienso que la vida es un quiasmo. 
Esa rara palabra pertenece a la Retórica, arte olvidado, y sirve para designar una figura de dicción que consiste en presentar en orden inverso dos secuencias. Rubén Darío, a lo mejor sin conocer la palabreja, escribió el mejor ejemplo que conozco de quiasmo: "Cuando quiero llorar no lloro, y a veces lloro sin querer”. 
Feo el vocablo, digo, pero muy lindo el origen etimológico de "quiasmo”. Viene del nombre griego de la equis, letra que tiene también forma cruzada. 
Esa misma disposición tiene la vida: con frecuencia nos brinda términos contrarios, y pone en nuestro camino oscuros y misteriosos cruzamientos. De un lado nos da el amor, el desamor del otro. Nos ofrece con igual mano la dicha y la tristeza. Está hecha de sufrimiento y gozo.
La vida, en efecto, es un quiasmo. 
Una equis.
Es decir, una tómbola.

¡Hasta mañana!... 

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