Columnas

MITOS: Regreso al Valle de los Cirios

lunes, 30 de noviembre de 2015 · 00:00
Un par de semanas estuve en el Valle de los Cirios, de las regiones naturales más bellas de México y mejor conservadas. Se trata de una de las partes de México menos pobladas, ya que en sus 25 mil kilómetros cuadrados, únicamente viven unas 3 mil personas, quizá menos.
 
Es básicamente la falta de agua lo que ha hecho que esta región tenga un  escaso desarrollo, por lo que no muchas personas se van a vivir por allá.
 
Pero para mí, es precisamente su aislamiento, su soledad, su falta de servicios y de poblados lo que lo hace más atractivo. Las playas más solitarias que conozco, son precisamente de las del Valle de los Cirios. Las sierras más aisladas, son las de aquí, las noches más estrelladas y profundas, son las que desde aquí se aprecian. La gente más generosa y hospitalaria, es la de aquí, precisamente por ese aislamiento, el que permite que todos se solidaricen y ayuden con todos.
 
Además tiene el Valle de los Cirios una riqueza natural única, la que aún no está totalmente conocida. Hay mucha flora y fauna única y de gran belleza, como los cirios, los cardones, los garambullos, las choyas, las pitayas, las biznagas, y tantas otras cactáceas, así como otras plantas como el ocotillo, el torote, la gobernadora, la candelilla, la yuca, la palmilla, y muchas otras.
 
Aunado a eso cuenta con una rica fauna en donde hay muchas víboras y otros reptiles, gran cantidad de aves y mamíferos, el coyote, el puma, el borrego cimarrón, el berrendo. En sus costas abundan las aves marinas, los mamíferos marinos y gran cantidad de peces.
 
Ciertamente es una delicia visitar esta región. Acampar en ella 15 días es verdaderamente un gran gusto para mí. Las caminatas diarias, a veces cabalgatas, el platicar con la gente y conocer sus formas de vida y problemáticas. El estar tomando un café a la luz de la fogata. El frío se dejó sentir en estos días en este hermoso desierto. Un frío helado, que se confabulaba con unos vientos que herían la piel reseca. Pero eso no es nada, es parte del estar ahí.
 
Una noche pude apreciar la conjunción de Júpiter, Marte y Venus, fue todo un espectáculo acompañado con la visión de millones de estrellas.
 
Algunos días acampamos entre unos grandes bloques de granito, aprovechando los huecos entre las piedras, que en algunos casos forman verdaderas cavidades, amplias, cómodas y protegen contra los elementos.
 
Además de ésto están los hallazgos que cada día hacíamos, porque a eso íbamos, a descubrir, a explorar lo olvidado y desconocido. Así, encontramos sitios con arte rupestre, parajes con las huellas de antiguas tradiciones indígenas, con los caminos misionales y los campos donde cabalgaron antiguos jinetes que nos antecedieron.
 
Es un sueño esta región, y cuando estoy de regreso en Ensenada me pregunto si todo eso que viví no será un sueño, si toda esa geografía olvidada e ignorada no será un invento que mi mente creó para alejarme los problemas urbanos.
 
El hecho es que el Valle de los Cirios ahí está, esperando a que nos quitemos un poco las cadenas urbanas y conozcamos algo más de nuestro verdadero hogar, la naturaleza.
 

 
carloslascano@hotmail.com

...

Comentarios