De política y cosas peores

miércoles, 16 de julio de 2014 · 23:27
Al regresar del viaje de bodas el romántico recién casado le preguntó a su flamante mujercita: "¿Te gustó nuestra luna de miel, Susiflor?’’. Respondió ella: "Se me hizo muy corta’’. Él se sorprendió. "¿Muy corta? ¡Fueron tres semanas, mi vida!’’. Dijo ella: "Eso estuvo bien’’. (No le entendí)...  La mujer de Babalucas se asombró una noche al ver que su marido abría y vaciaba en el baño, una tras otra, seis latas de cerveza. "¿Qué haces?” -le preguntó extrañada. "Estoy ahorrándome molestias -contestó el badulaque-. Así ya no tendré que levantarme en la noche”... Había que cambiarle el pañal al bebé. La joven esposa le dijo a su marido: "Te toca hacer el cambio”. "Estoy muy ocupado -respondió él-. Cuando termine haré el siguiente”. Poco después el bebé necesitó nuevo pañal. La muchacha llamó a su esposo: "Dijiste que harías el siguiente cambio”. "No -la corrigió él-. Dije que cuando terminara haría el siguiente. El siguiente bebé”... Don Algón invitó a cenar a una bella chica. Ella pidió los platillos más caros de la carta: los caracoles, el caviar Beluga, la crema de langosta, la ensalada de salmón y el tournedo Rossini, todo rociado con dos botellas del mejor vino de la cava. A los postres la muchachita se despachó un mousse de chocolate, un sorbete de mango y una gran rebanada de pastel, tras de lo cual se bebió tres o cuatro copas de un costosísimo licor. "Oye, linda -le preguntó, molesto, don Algón-. ¿Así cenas en tu casa?’’. "No -respondió la muchacha-. Pero en mi casa nadie me pide nunca lo que me va usted a pedir al terminar la cena’’... Cierto día desapareció Empédoles Etílez, el borrachín de la colonia. Una semana después volvió a aparecer como si nada. Clamó su esposa al verlo: "¡Dios mío, Empédocles!  ¿Dónde estabas? ¡Llevamos una semana buscándote por todos lados! ¡Fuimos a los hospitales; dimos parte a la policía! ¿Qué te sucedió?”. "Nada, viejita -la tranquilizó el temulento-. Estoy muy bien”. Volvió a preguntar ella: "¿Dónde andabas?”. Respondió Empédocles: "¿Verdad que todos los bares tienen hora feliz? ¡Yo di con uno que tiene semana feliz!’’... La señora le dijo con molestia al pordiosero: "¿Nadie le ha ofrecido un trabajo?”. "Solamente una persona -respondió el individuo-. Fuera de ella todos me han tratado con mucha bondad”. Rosibel le dijo a Libidiano, el galán que la cortejaba: "Mis piernas son mis mejores amigas’’. "Qué bueno que así sea -comentó el salaz individuo-, pero no olvides que a veces hasta las mejores amigas tienen que separarse’’... Desde hace mucho tiempo se ha venido hablando en México de la simplificación administrativa, la desregulación, la supresión o disminución de trámites, etcétera. Las cosas, sin embargo, siguen prácticamente iguales en ese ramo de la administración pública. Las nuevas leyes y sus reglamentos, más que facilitar la tarea a quienes quieren crear nuevas fuentes de empleo, parece que buscan complicársela. Lo que sucede es que mientras más trámites se deben cumplir más posibilidades hay de corrupción, y mejores oportunidades para una profusa burocracia que en los sobornos y mordidas tienen ocasión de aumentar sus ingresos. Esa viciosa situación conduce necesariamente a la falta de inversión. No son pocos los empresarios, sobre todo en la parte norte del país, que prefieren invertir en los Estados Unidos antes que en México, por las facilidades que allá se dan para la creación de nuevos negocios. Entiendo que hay aquí organismos encargados de simplificar los trámites, pero he sabido que los trámites que hay que hacer para simplificar un trámite son tantos y tan complicados que el ciudadano acaba por no recurrir a ellos. En síntesis, la simplificación no es nada simple, y se debe cumplir infinidad de trámites si es que se quiere eliminar un trámite. El científico estaba muy triste. "¿Qué te sucede, Alquimio? -le preguntó un colega. Respondió el otro: "Me pasé 40 años de mi vida buscando la fórmula de una substancia que agrandara tres veces el tamaño de la parte sexual. Por fin ayer di con esa fantástica sustancia’’. "¡Hiciste un descubrimiento formidable! -se entusiasmó el amigo del científico-. ¡Con eso te harás rico! ¡Muy raro será el hombre que no quiera aplicarse esa sustancia! ¿Por qué entonces se te ve tan triste?’’. Contestó don Alquimio echándose a llorar: "¡Solamente funciona en la mujer!’’... FIN.

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