Peligrosa conformidad

viernes, 29 de agosto de 2014 · 21:16
Al salir del cine donde exhibían una película francesa la muchacha le dijo a su galán: "¡Qué manera de manejar el erotismo! ¡Qué conocimiento de la sensualidad! ¡Qué manejo de la pasión, el sexo y la lujuria! Me pregunto qué tal estaría la película”. Babalucas llegó a su departamento y encontró en la puerta un recado que le había dejado ahí el administrador del edificio. "Estimado señor Babalucas: Hemos tenido noticia de que usted acostumbra regar todas las mañanas las plantas que están en las macetas del lobby, las escaleras y los corredores. Aunque ciertamente agradecemos su buena intención le rogamos se abstenga de realizar los mencionados riegos por tres razones: 1-. Las macetas son propiedad de una empresa de decoración. 2-. Nuestro personal se encarga de su cuidado y su mantenimiento. 3-. Las plantas son de plástico”. Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la concupiscencia de la carne, conoció en el bar del hotel a una linda chica. Le invitó una copa, y ella pidió una de vino tinto. Afrodisio hizo un gesto munífico y le ordenó al mesero: "Trae toda la botella”. Luego él mismo se encargó de escanciar el vino en la copa de la muchacha. Mientras lo hacía le pidió a la chica: "Dime cuánto”. Respondió ella: "Eso te lo diré después. Por lo pronto sírveme el vino”. Don Luis María Martínez, quien fue arzobispo primado de México, dijo en cierta ocasión hablando de una hermana suya: "Es peruana”. Alguien le preguntó: "¿Nació en Perú?”. "No -explicó monseñor-. Digo que es peruana porque a todo le pone pero”. Me preocupa que la Oposición no le haya puesto mayor pero a la reforma energética. El PRD, que según ciertas versiones es un partido de izquierda, se comportó obsecuente y obsequioso. Cuauhtémoc Cárdenas, guardián permanente del petróleo es nuestro, se ha mostrado ante esa reforma hierático, críptico y hermético. El mismo López Obrador, que antes se indignaba patrióticamente por fas o por nefas -es decir por esto o por lo otro, por cualquier cosa-, se ha mantenido dentro de los estrechos límites del orden, y no ha salido a las calles con sus huestes, ni ha tomado algún pozo o algún paseo. Mala es una oposición cerril, sistemática y alharaquienta, pero es peligrosa una conformidad  universal ante las decisiones de gobierno. Desde luego cualquier oposición política, para ser respetada y respetable, debe ser razonada y razonable. No reúne ninguna de esas características la demanda que hace unos días planteó AMLO, quien pidió nada menos que la renuncia de Enrique Peña Nieto. ¡Háganme ustedes el refabrón cavor! Pensarán muchos que al tabasqueño le está fallando la sindéresis, que es discreción y recto juicio para juzgar las cosas. Algunos dicen que el mayor enemigo de AMLO es López Obrador. En casos como éste les asiste la razón: la falta de mesura en las demandas es desmesura que más daña a quien incurre en ella que a su destinatario. En fin, el actual comedimiento de la Oposición presenta un riesgo grande: si se acentúa podría llevarnos otra vez a los tiempos del "qué horas quiere usted que sean, señor Presidente”. La esposa de Jactancio, individuo vanidoso, lo sorprendió en trance de coición con la criadita, y lo corrió de la casa. Esa misma noche, sin embargo, el tipo regresó. Le dijo la señora, furibunda: "¿Acaso no te eché de la casa por tu infidelidad?”. "Sí -admitió el elato sujeto-. Pero ya te perdoné”. Suspiró un muchacho: "Me gustaría encontrar una mujer como aquella con la que mi abuelito se casó, hermosa, amorosa y hacendosa”. Opinó alguien: "Ya no hay mujeres de ésas”. "Sí las hay -replicó el muchacho-. Mi abuelito se casó hace un mes”. En presencia del marido el galán le dijo a la esposa de éste: "Deja a este hombre. Te llevaré a viajar por el mundo en mi avión privado y en mi yate. Pasaremos el verano en mi quinta de la Toscana, y el invierno en mi isla privada en las Baleares. Viviremos algunos meses en mi hotel de París, y otros en mi castillo sobre el Loira. El resto del tiempo lo pasaremos jugando en Montecarlo y en Las Vegas, o vacacionando en Saltillo”. "¡Me voy contigo!” -aceptó la mujer, entusiasmada. Y exclamó el marido: "¡Yo también!”. FIN.

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