De Política y Cosas Peores

lunes, 8 de septiembre de 2014 · 22:42
Hubertino practicaba el deporte de la cacería. Cierto día salió de caza con tres amigos. Como no cazaron en rancho cinegético, donde matar un venado es como matar una vaca, les aconteció que no cobraron ninguna pieza en todo el día. Cayó la noche sobre ellos y se encontraron hambreados y sin qué cenar. Hubertino recordó entonces que en el pueblo vecino vivían tres tías abuelas suyas: La tía Laira, la tía Leira y la tía Loira y junto con sus compañeros encaminó sus pasos hacia la casa de las viejecitas. Cuando llegaron empezaban a sonar las 11 en el reloj del templo parroquial. Hubertino llamó a la puerta con grandes golpes que turbaron el silencio que a esa hora reinaba ya en el lugarejo. Después de que llamó dos o tres veces más se encendió una luz en el interior de la casa. Con tono de temor preguntó una quebrada voz de mujer: "¿Quién es?”. La que hablaba era la tía Laira, la mayor de las hermanas. Respondió el muchacho: "Soy yo, tía; tu sobrino Hubertino. Vengo con dos amigos. Ábrenos, por favor”. "Ay, hijito -respondió penosamente la ancianita-. Ya estamos recogidas”. "No, tía -le aclaró Hubertino-. Solamente venimos a cenar”. No le entendí. Lo que sucedió, pienso, es que el joven cazador confundió la melcocha con la panocha. Nadie se alarme al oír ese dicho sonorense: No hay en él desvergüenza o grosería y si la hay está en la imaginación de quien lo escucha o lee. La panocha es en Sonora lo que en otras partes se nombra piloncillo, chancaca, panela o chincate, esa azúcar morena que se vende en panes que tienen la forma de un cono truncado. En otros tiempos dicha azúcar la expendía el abarrotero en los tendajos de barrio cortándola de un gran pilón con un machete o pequeña hacha, lo cual hacía que se desprendieran de él raspaduras que el tendero obsequiaba luego como adehala o ñapa a los niños que compraban algo. Pedían ellos: "Deme del pilón”. De esa frase derivó seguramente el llamado pilón, pequeño obsequio que se daba a los chamacos. El término "pilón” significa también añadidura que se hace a algo, como en el caso del señor que sorprendió a su esposa en la cama con un desconocido. Llorosa le dijo la mujer: "¡Y esto no es todo, viejo! ¡De pilón me vendió una enciclopedia!”. El paciente le dijo, agradecido, al doctor Duerf, célebre psiquiatra: "¡Me ha curado usted! ¡Ya no me creo perro!”. Preguntó el analista: "¿De veras se siente bien?”. "¡Perfectamente, doctor! -exultó el hombre-. ¡Mire, tóqueme la nariz!”. El papá de Pepito le comentó a un amigo: "Me preocupa mi hijo. Faltó tres días a la escuela, y la maestra nos envió un mensaje de agradecimiento”. Relató la chica: "Anoche le di el sí a mi novio. Seguramente después de esto dentro de poco me propondrá matrimonio”. Durante diez años don Chinguetas toleró en su casa a aquella mujer habladora, metiche y comilona. Harto ya de ella, un día le dijo a su esposa doña Macalota: "¡Ya tuve suficiente! ¡O se va ella o me voy yo! ¡No estoy dispuesto a aguantar a tu mamá ni un día más!”. "¿Mi mamá? -se asombró doña Macalota-. ¡Yo creí que era tu mamá!”. Con lamentoso acento narró aquel individuo: "Fui un hijo no deseado. Para ir del hospital donde nací a la casa de mis padres tuve que tomar un taxi”.Himenia Camafría y Solicia Sinpitier, maduras señoritas solteras, fueron a dar un paseo por la orilla del mar. En una solitaria playa se hallaba un hombre joven tomando el sol en peletier, vale decir sin nada encima. Al ver que las mujeres se acercaban el muchacho tomó una tina que estaba tirada por ahí y se cubrió con ella la pudenda parte. Ellas se acercaron y lo observaron con detenimiento. Le dijo la señorita Himenia: "Ha de saber, joven, que tengo la facultad de leer el pensamiento, y sé lo que piensa usted en este momento”. "¿Ah sí? -se intrigó el muchacho-. ¿Qué pienso?”. Respondió la señorita Himena: "Piensa que la tina con que se está tapando tiene fondo”. ¿Qué dijo Gruñón, uno de los siete enanos de Blanca Nieves, cuando la hermosa joven se casó con el amado príncipe? Les dijo a los demás enanitos: "Bueno, compañeros, parece que otra vez tendremos que volver a los trabajos manuales”. (Claro, por atender a Blanca Nieves habían descuidado sus tareas en la mina). FIN.

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