DÍA DEL SEÑOR

V Domingo de Cuaresma (Ciclo B)

Por “Padre Carlos Poma Henestrosa
domingo, 18 de marzo de 2018 · 00:00

Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto” (Jn 12, 20-33)

Hoy es la quinta, y última semana de Cuaresma. El próximo será Domingo de Ramos y comenzamos la Semana Santa.

El Evangelio de hoy refiere enseguida de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. Jesús no elude el sufrimiento y la muerte, sino que confirma su entrega por nosotros, su entrega a la Voluntad del Padre, Quien muestra su presencia en ese momento. Allí Jesús informó a sus discípulos y a algunos seguidores, lo que estaba a punto de suceder días después: su Pasión, Muerte y posterior Resurrección.

Para ello, utiliza la imagen de una semilla que debe morir al ser plantada para dar paso a una vida nueva. Jesús no elude el sufrimiento y la muerte, sino que confirma su entrega por nosotros. Él explicó el sentido de su vida y de su muerte. Sólo muriendo y dando la vida por los demás, se produce fruto, es una vida fecunda. Querer vivir a cualquier precio, agarrarse desesperadamente a la vida, es condenarse a la esterilidad.

La vida nos ha sido dada para darla y sólo así se llega a la vida verdadera, la vida que supera la muerte. Sin duda Jesús, experimentó la angustia que todo hombre siente ante la muerte, pero se puso confiadamente en las manos del Padre.

Esto no significa que todos tengamos que morir en una cruz como El. Tampoco que todos tengamos que sufrir un martirio violento -como algunos sí lo tienen.

Significa más bien ese “morir” cada día a nuestro propio yo. Significa entregar nuestros modos de ver las cosas, para que los modos de Dios sean los que rijan nuestra vida, no los nuestros.

Significa entregar nuestra voluntad a Dios, para que sea Su Voluntad y no la nuestra la que sigamos durante nuestra vida en la tierra.

Y cada vez que optamos por ese “perder la vida de este mundo”, cada vez que optamos por “morir” a nuestro yo, es decir, a nuestras propias inclinaciones, deseos, ideas, criterios, planes, etc., de hecho estamos optando por lo mejor, por lo de Dios.

De no vivir día a día esa continua renuncia a nosotros mismos, esa continua muerte a nuestro yo, no podremos dar fruto. Seremos “infecundos”. “Si el grano de trigo no muere, queda infecundo”. No dará fruto.

Próximos ya a la Semana Santa cuando conmemoraremos la entrega total que Cristo hizo de Sí mismo, perdiendo su vida para darnos una nueva Vida a todos nosotros, es tiempo propicio para una profunda conversión.

Él, no nos exige que seamos lapidados públicamente (aunque sería muy positivo que defendiésemos nuestras convicciones religiosas y morales allá donde estemos presentes; no pretende vernos coronados por espinas o traspasados por lanzas (aunque, qué bueno sería, que fuésemos conscientes de que la fe conlleva riesgos, incomprensiones, soledades).

El mínimo esfuerzo: el cumplimiento gustoso del pequeño deber de cada momento, la generosidad en la entrega del pequeño detalle, del pequeño vencimiento. Las grandes tentaciones, las “irresistibles” nunca vienen de improviso. Están precedidas de pequeñas derrotas, de pequeñas concesiones.

Que nuestro seguimiento a Cristo sea de cada día, y que El, los acompañe hoy, proteja y bendiga siempre.

cpomah@yahoo.com

...

Comentarios