Columnas

¡Yo Soy San Quintín!: ¿Y los hijos...?

lunes, 31 de agosto de 2015 · 00:00
Por: Jorge A. López
 


Uno de los principales indicadores de que nuestra vida marcha bien es la estabilidad que en el ámbito familiar se perciba con los efectos positivos que esto genera en nuestra productividad o cuando menos en llevar a cabo satisfactoriamente nuestras labores durante la jornada de trabajo. Sin embargo, al margen de hogares funcionales como dicen los que saben de esos temas, en nuestros días casi de manera generalizada se sobrelleva una carga emocional que complica el ambiente de trabajo. De algún modo, en cierto momento a casi todos nos ha pasado que el programa de trabajo, la agenda del día y hasta los proyectos de desarrollo deben ser alterados o ajustados por causa de alguna actividad vinculada a los hijos de alguien, los propios, los de algún compañero de trabajo y hasta los del jefe. Sin excepción, en todas las áreas alguna vez un hijo enfermo, alguna reunión escolar, la suspensión de clases, la ausencia de la persona encargada de llevarlos y traerlos a la escuela, o peor aún, el día que la cuidadora no podrá hacerse cargo de los menores, ese día la agenda cambia para todos. Como podemos ver, desde hace décadas esta historia es común para nuestra sociedad. Acá en San Quintín esta situación es más complicada en el desarrollo de un día común, acá las madres no pueden llevarse a los hijos al trabajo, como muchos lo hemos hecho por necesidad en más de una ocasión.

El tema no es menores en los campos de trabajo, el tema es menores sin atención, en riesgo continuo, expuestos a todos los efectos negativos de la desatención y de no estar bajo el cuidado de personas responsables y en condiciones apropiadas. Así nuestros hijos los que con mejor suerte corren, quedan al cuidado de vecinas o parientes a quienes se deben de pagar por la atención que brindan a los menores mientras que los padres están trabajando. Si bien es verdad que este problema no es exclusivo de la región. Así, iniciar el día, preparar el desayuno, levantar a los hijos o por lo menos preparar lo necesario para que asistan a clases; además, adelantar la comida para el regreso de ellos, es todo una faena y cuento de nunca acabar; esto en el caso de los hijos que ya están en edad escolar y en condiciones de medio atenderse a sí mismos. La cosa se complica cuando los hijos son bebés y ni asisten a clases, ni son capaces de "autocuidarse”. Lo que nos lleva a reflexionar más a manera de reclamo que de reflexión, dónde está el sentido de responsabilidad social de nuestros órdenes de gobierno, cuándo enfocarán sus programas a la atención de las situación que más afectan el desarrollo de nuestra comunidad.
 
Agréguele hoy a la relación de cuentas por cobrar a los órdenes de gobierno y autoridades, la falta de estancias infantiles o guarderías, lo que es otro de los derechos de las madres trabajadora sin atender.

 
El autor es presidente del Comité Pro Municipalización de San Quintín. A. C.

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