¡Yo Soy San Quintín!

La desinformación que parece estar de moda en la que mostrar imágenes acompañadas de argumentos tintados de exageración, aderezados de drama y acompañados de relatos extremos de tales o cuales hechos donde se sentencian causas y se condenan razones, hoy proliferan en los medios y en las redes sociales, dejándonos a merced de darlos por ciertos y polarizar el ánimo y la opinión pública.

Lo que parece sólo como el propósito de esto es sensibilizar y motivar alguna opinión a favor de lo que se presenta; en otros casos invita o, mejor dicho, incita a tomar parte activa de algún movimiento radical en contra de las instituciones y el orden de gobierno que para bien o para mal rige hasta hoy nuestra vida en sociedad. Lo significativo es que demos el valor de "verdad absoluta” a todo lo que vemos en "Facebook”, se le dé el "me gusta” y lo compartamos, en lo que me incluyo, porque se puede encontrar información para todos los gustos, ánimos y posicionamientos ideológicos. 

Por lo que creo que no aprendimos, en lo que apenas hace un poco más de un año, donde experimentamos en carne propia en el movimiento social en el que muchos aseveramos se manipuló a las personas que participaron el movimiento que se mostró como la exigencia de mejores condiciones laborales, que de arranque contó con la simpatía de quienes consideramos que la clase trabajadora merece más. Pero conforme se fueron desarrollando aquellos acontecimientos y quedaron expuestos los trasfondos de carácter político y las formas intransigentes con que pretendieron imponer sus razones, a costa de la tranquilidad de los ciudadanos y del sacrificio de los habitantes de la región impidiendo el desarrollo de las actividades cotidianas, fue hasta entonces que dimos cuenta que la historia no siempre es como nos la cuentan, que tiene que ver más con quién y dónde lo hace.

Así es que, en los acontecimientos de los días anteriores en el estado de Oaxaca y los supuestos brotes de apoyo en Guerrero y Michoacán, sólo nos queda dejar en reserva la opinión sobre a quién le pertenece la razón o por lo menos qué porción le corresponde a cada uno de los que forman parte de ese embrollo entorno de la reforma educativa, de los maestros inconformes, de los grupos radicales y del gobierno, así como de la responsabilidad de cada uno de ellos en esa situación.

La recomendación, si me la permiten, es que recuerden que en redes sociales y medios de comunicación abunda la información chatarra, nada es realmente lo que parece; es muy sencillo figurar historias con alto contenido de violencia, injurias, ofensas y provocaciones, harto atractivas y adictivas al morbo colectivo, cada día más obeso y nocivo para el sentido común y las opiniones objetivas.  

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