ENSENADA EN LA CULTURA

Familia Ortiz en El Rosario

Por su ascendencia con los nativos cochimies, se considera la de mayor antigüedad en el pueblo
sábado, 26 de octubre de 2013 · 23:22
El Rosario, B. C. - El soldado misional José Rito Ortiz, de origen español, y María del Carmen Espinoza Castro -hermana del patriarca Rosareño Carlos Espinoza Castro-, son los fundadores del linaje Ortiz, en El Rosario. 
Fue en 1809 cuando nació la primera Ortiz en este pueblo, siendo llamada: Juana Ortiz Espinoza. Después de ella nacieron varios hermanos y hermanas, entre los que se encontraba un varón que llevó por nombre: Rosario. 
Juana, hermana mayor de Rosario, murió joven sin dejar descendencia, y hacia 1835, nació otra niña, hermana de la primera Juana, que en su memoria le pusieron su nombre; ésta segunda Juana sí dejó familia, pero en San Rafael, Arroyo Seco y en San Telmo, en la región de Punta Colonet, Baja California. 
La primera Juana se encuentra sepultada en el panteón misionero de El Rosario. La familia, en la primera y segunda generación, es Ortiz; tienen por fundadores en el pueblo a José Rito Ortiz y María del Carmen Espinoza Castro.

Arraigo
Fue hasta cuando se casó Rosario Ortiz Espinoza con Josefa Aguilar Savín, hacia 1865, y al nacer sus hijos ya en la tercera generación de Ortiz en El Rosario, se empezó a decir que la familia Ortiz estaba en estas tierras desde tiempos muy antiguos, cientos de años antes de la fundación de El Rosario como misión, en 1774.
Pero no fue así, no fueron los Ortiz los que estaban desde milenios antes ahí, los que sí estaban eran los ancestros de Domingo Aguilar, y de Columba Savin, padres de Josefa Aguilar Savín de Ortiz, esposa de Rosario.
Cualquier persona de El Rosario, siempre y cuando conozca la historia de las familias antiguas, dirá: "La familia más antigua, es la Ortiz; se encuentran aquí desde los tiempos indianos”.
Sin embargo, como ya ha quedado dicho, no son los Ortiz, sino los Aguilar y los Savín los que se encontraban aquí desde antes de la llegada de los europeos, pero no llevaban esos apellidos.  
Los Ortiz cruzan su sangre con los cochimies milenarios al unirse Rosario Ortiz Espinoza y Josefa Aguilar Savín hacia 1865, como ha quedado dicho líneas arriba.
Josefa era cochimí de sangre pura, no así Rosario Ortiz Espinoza, su esposo. Como quiera que sean las cosas, los actuales Ortiz, por parte de Aguilar y Savín, sí representan sangre milenaria en El Rosario.
En la actualidad no existen en el pueblo, ni Aguilar, ni Savín de los que hablamos, familias que mucho antes de nacer Domingo y Josefa, recibieron apellidos castellanizados de parte de sus padrinos, abandonando por orden de la iglesia católica, su nombre cochimí milenario. 
Según Doña Juana Ortiz Aguilar y su sobrino Teófilo Ortiz García: Los "Aguilar” eran "Wagalá”, y los "Savín” eran "Amagamá”, ambos linajes eran Cocomaque, es decir, de la misma familia Cochimí, del tronco lingüístico yumano peninsular y dialecto Borgeño.

El primero
El primer Ortiz en El Rosario, fue el español Don José Rito, quien al igual que su cuñado Carlos Espinoza Castro, fue soldado misional, o de cuera; de las milicias españolas que protegieron a los misioneros mientras fundaban misiones en la península bajacaliforniana; se retiraron en 1827 de manera temporal, y entre 1833 y 1836 de manera definitiva, debido principalmente a dos situaciones.
La primera, que México era ya independiente de España; la segunda, que la misión como institución había sido extinguida en 1833, por el gobierno del presidente de México Valentín Gómez Farías; además que ambos cuñados, José Rito y Carlos, eran entonces hombres de cerca de 60 años de edad.
Entre los hijos del primer matrimonio Ortiz Espinoza, en la primera generación en El Rosario, uno de ellos, Tomás Federico, fue el que dio continuidad a los trabajos de herrería que su tío Carlos Espinoza Castro, había traído al pueblo, y a la península la actividad de la herrería fue introducida por los misioneros. 
Tomás Federico Ortiz Espinoza, fue entonces el primer herrero de El Rosario, entendiéndolo como fuente principal de ingresos, aunque jamás, según sabemos, cobró una sola moneda por sus trabajos, porque aparte de que el dinero no existía en la península, o era sumamente escaso, la costumbre era intercambiar, bienes por bienes.
Así, Tomás Federico recibía sus pagos en trueque. También trabajó en la herrería su hermano Santiago.
El primer talabartero en El Rosario fue José Pellejeros (José Verdugo Alvarado), oficio que le trasmitió a su yerno Federico Ortiz Espinoza, casado con Josefa Pellejeros Sevilla; siendo uno de los primeros Ortiz con aquel oficio.
El resto de los miembros de la familia Ortiz fueron también nutrieros, vaqueros, agricultores y vinateros, todos ellos aprendieron esos oficios de su padre José Rito Ortiz y de su tío Carlos Espinoza Castro, patriarca "Espinoza” y, una de las personas más laboriosas y útiles que ha dado mi tierra, desde que se tenga memoria.
Después de la secularización de la misión, en 1833, la familia Ortiz se encargó de cuidarla; no dejaban que nadie se acercara a las ruinas, incluso apuntaban sus rifles cuando era necesario contra cualquier intruso que tratara de prospectar en busca de "tesoros” enterrados.
El 21 de abril de 1859 nació en El Rosario, Anselmo Ortiz Aguilar, perteneciente a la tercera generación de su familia en El Rosario, fue hijo de Rosario y de Josefa. 
Anselmo viajó a sus 50 años de edad, remando en su pequeña embarcación desde Isla de Guadalupe, Baja California, hasta la Playa de El Socorro, en 1909, trayecto de más de 200 kilómetros que cubrió en varios días y noches.
La familia Ortiz en El Rosario, a principios de la década de 1920, compró una casa de madera de dos niveles que había sido construida por el noruego Salvador "Chip” Meling Olsen, quien fuera casado con Catalina Ortiz Aguilar. Aquella casa fue por muchos años la única de dos niveles, y en madera, originalmente construida cerca de las casa de Don Salomé Acevedo Marrón, y de Don Anastasio Villavicencio Arce. 
Meling Olsen se las vendió a sus cuñados Ortiz Aguilar, quienes la desmontaron de su lugar original, y la levantaron de nuevo a lado Este del panteón misionero, frente a la entrada principal del segundo sitio misional, camino a Punta Baja de por medio; en el preciso lugar donde antes de la llegada de los españoles a El Rosario, por milenios vivieron en sus "WA” los ancestros de los Ortiz: Wagalá y Amagamá.
En la actualidad son los descendientes de Rosario Ortiz Espinoza y Josefa Aguilar Savín, quienes habitan en El Rosario, los demás se encuentran dispersos por una gran extensión geográfica que abarca estados de México y de Estados Unidos de América.
Los hijos Ortiz Espinoza y otras familias primigenias de El Rosario, tuvieron a sus vástagos, y así poblaron "vastamente” toda la región, lo que hizo que gran parte de la rancherada para 1850, tuvieran su origen en el sur peninsular; como los Espinoza, Ortiz, Ames, Acevedo, Marrón, Pellejeros, Machado, Duarte, Peralta, Arce, Montes, Murillo, Sevilla, Vidaurrázaga, García, Aguilar, entre muchas otras que emparentaron posteriormente con la Ortiz.

El oro
Los placeres de oro y otras actividades de importancia fueron el foco que atrajo en inmenso número a algunos hombres solos desde lejanos rumbos, principalmente desde Sonora, Chihuahua, Sinaloa y Estados Unidos de Norteamérica.
 Arribaron también a los pueblos muchísimos indeseables que merodeaban los ranchos y sus bienes, donde cotidianamente hurtaban aquellos ladrones, asesinos y holgazanes. 
La mayoría de los indeseables fueron funestos y sombríos personajes que sembraron la desolación y la muerte entre los rancheros; algunos de esos rufianes emparentaron, por las buenas o por las malas, con mujeres descendientes de nuestros forjadores, dando origen a nuevas familias que aún existen, y que por respeto omitiré sus nombres. 
Otros grupos de individuos solos y familias de buenas costumbres, laboriosas y ordenadas hicieron su aparición en la formación de las estirpes bajacalifornianas, que para El Rosario son los casos de Loya, Peralta, Duarte, Valladolid, Arce, Villavicencio, Murillo, Collins, Sández, Echeverría, Meza, Aguilar y otras. 
A principios del siglo XX llegaron: García, Meling, Romero, Salizzoni, Reseck, Arauz, Gerardo y De la Tova, emparentadas con la Ortiz, y todas entre sí.
Las familias como la Ortiz que llegaron a El Rosario, desde 1774 hasta más o menos 1930, viajaron a pie, a caballo, mulas, burros o carretas, desde sus lugares de origen, siempre de sitios muy distantes y distintos. 
Tenemos como claros ejemplos a las familias Peralta, Camacho, Sotelo, Benson y Grosso, quienes, al igual que todas las demás, traían hijas consigo, siendo después las esposas de los hijos, nietos, bisnietos y tataranietos de los primeros rosareños.
Jamás llegó una mujer sola y se casó con alguno de los rancheros, ellas siempre llegaron bajo la protección de sus familias.

Primera generación Ortiz
José Rito Ortiz y María del Carmen Espinoza Castro, casados en 1807.
Sus hijos: Juana (1809), Federico casado con Josefa Pellejeros Sevilla, Vicente murió soltero; Tomás Federico casado con María Luisa Pellejeros Sevilla; Rosario casado con Josefa Aguilar Savín; Juana (la segunda) casada con Nabor Arce de San Telmo, Baja California; y Santiago, quien también dejó familia.
De la segunda generación Ortiz en Baja California, y primera en El Rosario, el señor Rosario Ortiz Espinoza se casó con Josefa Aguilar Savín, siendo sus hijos: Anselmo, Encarnación, Rito, Juana, María Dorotea, Catalina, María del Carmen, Gregoria, María Luisa y Gertrudis todos de apellidos Ortiz Aguilar. 
En la actualidad vive en El Rosario, Teófilo Ortiz García, hijo de Rito, con edad superior a los 90 años, perteneciente a la tercera generación Ortiz en El Rosario, al igual que sus hijos, nietos y bisnietos.

Notas relevantes
"WA” eran las "chozas”, parecidas a los tipi de los nativos del norte. Las de aquí eran construidas con ramas y varas; las reparaban a diario; también los nuestros vivían en cuevas, mientras que los del norte hacían sus tipi con cueros crudos y varas secas, y como eran nómadas las desmontaban y se las llevaban a otros lugares.

* Miembro del Consejo de Cronistas Regionales del Instituto Municipal de Cultura y Desarrollo Humano de Ensenada.

*El presente trabajo es propiedad intelectual del autor, quien lo protege bajo patente 1660383; se permite citar en parte, o completo sin fines de lucro, comerciales, religiosos, ni políticos, otorgando el crédito y menciones correspondientes.
Somos de Baja California, no de "Baja”. Nuestras tradiciones son cultura y conocimiento, valoremos y conservemos nuestro legado.
 

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