Espera Mulegé apoyo a 6 días de ‘Odile’
La Paz, B. C. S - Mientras los esfuerzos de las autoridades en Baja California Sur se concentran en restablecer al sur del estado, el poblado de Mulegé está paralizado, tras el paso del huracán "Odile”.
Habitantes llevan seis días sin luz eléctrica, a sus casas entró el agua hasta el techo y no hay actividad económica.
"Odile” llegó el lunes a Mulegé y desbordó el río que atraviesa el poblado, ubicado a 491 kilómetros de La Paz, con más de 50 mil habitantes.
Llegar a Mulegé cuando el sol ha caído es como entrar a un pueblo fantasma, si no fuera por tres o cuatro comercios con una planta de electricidad, se podría decir que el poblado ha sido abandonado.
En los patios de las casas se pueden observar refrigeradores enlodados, estufas, ropa y calzado tendidos, camas, colchones y muebles de madera mojados, trastes y ollas a la interperie, y hasta los Santos de la Iglesia Inmaculada Concepción están en la calle esperando secarse.
Los habitantes de Mulegé se reúnen en las terrazas de las residencias. En sus caras el cansancio y la incertidumbre son perceptibles aún entre penumbras.
"Es nuestro quinto huracán que pega así de duro, desde Jimena (en el 2009) ya nada volvió a ser igual, no viene el turismo porque los inversionistas ya no quieren reconstruir lo que la naturaleza les ha quitado, no hay incentivos para el trabajo”, medita Blanca Duarte Zúññiga.
Habitantes llevan seis días sin luz eléctrica, a sus casas entró el agua hasta el techo y no hay actividad económica.
"Odile” llegó el lunes a Mulegé y desbordó el río que atraviesa el poblado, ubicado a 491 kilómetros de La Paz, con más de 50 mil habitantes.
Llegar a Mulegé cuando el sol ha caído es como entrar a un pueblo fantasma, si no fuera por tres o cuatro comercios con una planta de electricidad, se podría decir que el poblado ha sido abandonado.
En los patios de las casas se pueden observar refrigeradores enlodados, estufas, ropa y calzado tendidos, camas, colchones y muebles de madera mojados, trastes y ollas a la interperie, y hasta los Santos de la Iglesia Inmaculada Concepción están en la calle esperando secarse.
Los habitantes de Mulegé se reúnen en las terrazas de las residencias. En sus caras el cansancio y la incertidumbre son perceptibles aún entre penumbras.
"Es nuestro quinto huracán que pega así de duro, desde Jimena (en el 2009) ya nada volvió a ser igual, no viene el turismo porque los inversionistas ya no quieren reconstruir lo que la naturaleza les ha quitado, no hay incentivos para el trabajo”, medita Blanca Duarte Zúññiga.
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