Yo Soy San Quintín

lunes, 13 de febrero de 2017 · 00:00
Recetas y remedios

En la actualidad, cuando se trata de opinar sobran las recomendaciones. Al notar que alguien realiza alguna actividad que es de nuestro interés, siempre pensaremos tener una mejor forma de llevarla a cabo con resultados superiores a los obtenidos por quienes están a cargo de la toma de las decisiones que dan la dirección a esas tareas. Opinamos con calidad de expertos en deportes, en política, en educación, en salud, en economía, en mecánica, en cocina y hasta en astronomía. Siempre tenemos a la mano o, mejor dicho, en la boca, una mejor forma de hacer las cosas.  Llevamos esta práctica a casi todos los ámbitos de nuestra vida, desde la receta del atole de la tía,  el remedio de la abuela, pasando obviamente por las reformas energéticas de México y la altura y materiales adecuados para el muro de Trump.
El constante incremento en la dispersión y el individualismo de nuestros grupos sociales (perdóneme la aberración), sigue fomentando que la vida en sociedad donde los intereses comunes nos mantengan trabajando en conjunto, sea una práctica en desuso.
Nuestra región no es la excepción. Sólo basta dar un vistazo a nuestra historia reciente para dar cuenta del surgimiento de organizaciones, asociaciones, grupos, foros, comités y clubes entre otros tantos organismos para notar que el ciclo de casi todos ellos es el mismo (si hay alguna excepción, me avisan). Intereses en común nos sobran, los padecimientos son generales, las situaciones que nos hace estar en el mismo plano. También, la ruta es la siguiente: la eventual coincidencia en una idea o necesidad, el ánimo de desarrollar un plan que favorezca el interés, la incorporación de personas afines, el establecimiento de formas y metas que formalicen el proyecto y listo. Resulta  alguna de estas figuras y casi por regla nace, crece, alcanza algunos logros y, paulatinamente, reduce sus avances hasta el letargo y en algunos casos la extinción. 
Sin pretender consolarnos con el mal de muchos, diremos que no somos únicos con este mal. Misma suerte corren organizaciones de todo tipo a lo largo y ancho del país, y si me permite exagerar, si buscamos ejemplos a nivel global seguramente los encontraremos. De otra forma no nos podemos explicar cómo es que el sentido común cada vez es menos común y parece que cada vez estamos en un mundo más al revés donde gobiernan los menos aptos y se callan o cruzan de brazos los que pueden y deben. "La vida en sociedad” es cada vez mas eso, sólo un concepto retórico del que poco sabemos y menos practicamos. Aun en los grupos prevalece el interés propio sobre el general, y el individuo se congrega entre tanto logre algún beneficio manteniéndose sólo porque le resulta necesario hasta alcanzar sus objetivos; si no le resulta posible entonces deja de activar, se reserva, convirtiéndose en lastre hasta que retorne la oportunidad.
Para romper la regla dejaré a usted la oportunidad de sugerir el remedio para este mal. Aunque parezca contradictorio, esta vez se vale opinar y si se predica con el ejemplo, mejor aún.

Por:
Jorge A. López
Comentarios: jorjelopezmx10@hotmail.com

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