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“Échame la mano, amigo”

lunes, 18 de diciembre de 2017 · 00:00

Estefania Ibañez/El Vigía

eibanez@elvigia.net

Antes de que un músico o grupo se apodere del escenario de algún bar u otro espacio público, lleva a cabo un diálogo interesante con el o la encargada del lugar.

Realiza una negociación para poder establecer un convenio y que ambos puedan resultar beneficiados.

En ciertos casos surge de forma natural, no es necesario tanto trámite; no obstante, en ocasiones los músicos deben recibir ciertos tipos de discursos, unos incómodos, algunos simpáticos.

“Te hago el favor de que toques en mi bar” o “cuánto me vas a pagar por dejarte tocar”, son sólo un par, quizá de los menos comunes.

Músicos de Ensenada y Mexicali expresaron frases cotidianas durante el proceso de contrato con algún dueño o promotor.

Kbto Simental mencionó que algunos encargados les piden que vendan boletos de entrada para poder asegurar sus ganancias.

“Me acuerdo de un tipo que antes de que nos pagara se ponía a contar todo lo que le había pasado en la semana, según historias bien tristes, para que nos pusiéramos a pensar”, expresó el bajista del grupo Mutant Beans. 

Tienen una frase típica, destacó Kbto, que es cuando un dueño no quiere pagar porque dice que ya hizo suficiente al dejarlos participar en su espacio.

“Cuando les preguntas que cuánto va a pagar y te dicen: ‘ah, todavía que te estoy haciendo el paro’”, explicó.

Frida de la Sota se presenta como Maki, pero también toca con colegas en el grupo Blue Note, ella cuenta que lo más común que le han comentado para no pagar al grupo es “Échenme la mano, es para que se den a conocer”.

“‘Te busco la próxima semana’, también nos han mencionado, para pagarnos y se tardan mucho más”, destacó la saxofonista. 

Roberto Mora, guitarrista de Reptilianos dijo que en las pláticas con los gerentes de un bar a veces se establece un acuerdo, pero al finalizar la presentación les solicitan detalles que no se hablaron.

“Dicen ´no salió, me dijiste que se iba a llenar´, y eso nunca lo mencionamos”, indicó Roberto.

Por su parte, Cholopunk, baterista de La Chelsea (Mexicali) dijo que le han ofrecido alimentos porque no se concretó el pago que establecieron.

“‘Llévate las pizzas son 10’, eso me dijeron una vez que según no tenían para pagarnos. Me costaron 100 pesos cada una”, comentó.

Al igual que los dueños de un lugar para la promoción o no de la música, quienes compartirán de su arte y talento pueden obtener remuneración por su labor, pues desarrollan distintos procesos previos a presentarse.

Invierten tiempo y dinero en esa preparación que se traduce en muchos casos a un trabajo sólido. 

Una cultura del respeto y la valoración al quehacer sonoro la formamos todos los integrantes de una comunidad. Es válido pensar en el coordinador y el grupo, y que ambos entreguen calidad y adquieran rentabilidad, pero que ello, también lo disfrute el público.

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