Tiene Puertecitos “bendición de Dios”

Puertecitos, B. C. - Para pescar en la delegación de Puertecitos, solamente hacen falta un buen pedazo de hilo, una bujía y bastante paciencia. Al menos así es para dos hombres sentados en el muelle de piedra, quienes llevan un buen rato esperando que los peces coman la carnada.

-¿Qué les dan?

-Pescado. Pedazos de pescado -explica uno de ellos sin inmutarse, mientras mete la mano en una cubeta y, con destreza, los acomoda en una aguja. Después se levanta, lanza el cordel y es escuchado el sonido de la bujía al caer sobre el mar, mismo que está un poco agitado, pero lleno de pelícanos. 

-El viento no ayuda.

-¿Por qué?

-Si los peces ven al agua turbia, no suben -dice el otro hombre, quien lleva una caña de pescar- yo creo que vamos a estar aquí un buen rato. Después guardan silencio y se mantienen atentos al movimiento de los hilos. Por un lado, un pelícano se sumerge y corre con mejor suerte: ya está comiendo.

Para el delegado, Román Madueña Meza, es vasto Puertecitos en términos turísticos: "No nos falta nada porque tenemos la bendición de Dios”, según menciona antes de listar parte de lo que puede pescarse en la zona: cabrilla, jurel, curbina, sierra y camarón.

Hay pesca deportiva por temporada y contamos con todo el equipo para que salgan los visitantes, prosigue entusiasmado, además de que también próximamente podrán pescar totoaba, comenta a pesar de que los investigadores de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) aún desconocen la cantidad de peces existentes y que aún está vigente la veda. 

Además de la pesca deportiva, Madueña Meza también destaca las aguas termales que hay en la zona, pues el visitante no será indiferente en caso de que se sumerja en ellas. 

"Está para pelar pollos. Está agua casi hirviendo. Hay de varias temperaturas: desde tibia a más tibia, hasta más caliente. Además son medicinales”, afirma, además de sugerir que los paseantes podrán quedarse en un hotel, acampar en tiendas o llegar a zonas y estacionar sus casas rodantes para partir a Bahía Cristina, La Costilla, El Huerfanito, Punta Burdeos o San Luis Gonzaga. Y de esta forma, darse cuenta que el paraíso puede tener muchos nombres.