DEUDA PÚBLICA

México, un país endeudado

La avaricia de servidores públicos tiene a la nación, estados y municipios incluidos, sumida en una difícil situación
martes, 22 de octubre de 2013 · 22:33
Ensenada, B. C. - México, con todo y sus vastos recursos naturales y una ubicación privilegiada entre América Latina y los dos colosos de América del norte, inaceptablemente se encuentra fuertemente endeudado.
Los gobiernos estatales y los municipales están hipotecados más allá de sus posibilidades de recaudación tributaria, hasta por varias administraciones futuras.

¿Cómo llegamos a esto?
En alguna época de la historia reciente de Baja California se fue perdiendo la esencia de nuestro marco jurídico, sobre todo en el ámbito del gasto público que en el III Ayuntamiento de Mexicali; donde me tocó participar en el Departamento de Contabilidad; de aquella administración, el Congreso del Estado vigilaba celosamente las recaudaciones mediante el presupuesto de ingresos y los gastos y erogaciones a través del presupuesto de egresos, previamente autorizados por la Cámara de Diputados y no se permitía excederse de estos presupuestos anuales; ni tan solo transferir partidas contenidas en sus ordenamientos, mucho menos hipotecar los ingresos de futuras administraciones.

Medidas preventivas
Es de esperar que los gobiernos tengan medidas preventivas para los casos de contingencias; como son los incendios, las plagas, tormentas, sequías y toda suerte de eventos naturales que en recurrencia cíclica están expuestos los diversos territorios de cada geografía de acuerdo a su particular clima regional.
En todo el mundo se presentan estos escenarios y como ya son esperados se han ido tomando las precauciones correspondientes, así vemos cómo China redujo las consecuencias adversas dejando como zona fabril las tierras áridas y como agropecuarias las zonas más propensas a las lluvias torrenciales.
Japón edificó sus viviendas de papel en prevención a la segura destrucción que le ocasionaban todos los años los ciclos de tifones y huracanes, al no tener alternativa de cambio de ubicación por la escasa superficie del puñado de islas que componen su territorio.

¿A quién afecta y a quién beneficia la deuda pública?
En algún opaco rincón debe estar la respuesta a estas interrogantes porque la salida que nos dan, en el sentido de la falta de recursos, se cae a la menor brisita del escrutinio. Si no hubiera recursos para la prevención del endeudamiento, entonces no existirían los medios para ese insultante enriquecimiento y esos insaciables apetitos de sueldazos, prebendas y privilegios del que hacen gala sin ningún rubor la mayoría, si es que no todos, los funcionarios, que como parásitos viven del presupuesto de los gobiernos.
Desde luego que los principales afectados son los habitantes de las poblaciones y las ciudades, que por mantener una nómina tan abultada, los gobiernos no cuentan con recursos para hacer obra; vaya, ni siquiera para cumplir con sus deberes de proporcionar los servicios básicos.

¿Qué hacer?
El Congreso del Estado, antes de autorizar presupuestos, debe sopesar el equilibrio entre los presupuestos de ingresos y de los egresos a ejercer en el siguiente ejercicio administrativo, tanto del estado como de sus municipios; cuidando que las recaudaciones previstas sean apegadas a la realidad y sean destinadas, primeramente, a las obligaciones forzosas del ciclo venidero; enseguida, destinar partidas suficientes para obras necesarias (no elefantes blancos) que permitan el desarrollo armónico de la población y finalmente, que se cubra la nómina del personal, dejando los candados correspondientes para que nadie meta las manos impunemente a las arcas de gobierno y que los sueldos sean dignos, pero no exagerados o dispendiosos.
Medida dolorosa para aquellos que únicamente van en busca del poder y de la ambición. Honrosa para los que tienen vocación de servicio y desean un buen lugar para desarrollar sus familias.
Anexo a las propuestas de los presupuestos debe ir el plan de trabajo de los proponentes, congruente con los recursos disponibles. Para los casos de endeudamiento ineludible, que éste no rebase el término de la administración solicitante, para no restarle fuerza de acción a la siguiente.

Situación actual
Baja California es uno de los estados más endeudados del país y algunos de sus municipios figuran en la nada plausible lista de los mayormente hipotecados. 
Y todavía sus gobernantes piden más dinero. Es como el becerro que mama y todavía pega de topes.

Análisis
Debemos analizar con lupa los orígenes de las deudas del estado y sus 5 municipios. Por lo pronto el Ayuntamiento de Ensenada deja una deuda de más de mil 200 millones de pesos, un gran bache en el camino de la próxima administración y además un pesado fardo en la herencia de más de 2 mil 700 empleados que devengan una nómina de más de 780 millones por año.
Aquí se avizora una de esas soluciones salomónicas en las que mediante algún decreto presidencial se da un borrón y cuenta nueva, como premio a la terrible incapacidad administrativa demostrada por los que le apuestan al "el que venga atrás que saque al buey de la barranca”.

No estamos solos
En esto de la deuda pública desgraciadamente no estamos solos: la gran mayoría de los estados de la República está endeudado. Y casi la totalidad de los municipios del país, también.
Esto viene a demostrar que algunos modelos ya cumplieron su ciclo, ya están caducos, hay que renovarlos, cambiarlos o suprimirlos si queremos allanar el camino a nuestras futuras generaciones o han de vivir en un mundo más difícil que el nuestro por no hacer nuestra tarea, por no sentar las bases para un mejor futuro. 
El modelo económico en que estamos no permite el crecimiento. El ejido como fórmula para hacer producir la tierra y ser independientes en el ramo alimentario de nuestro pueblo ya perdió vigencia por malos manejos, por falta de apoyos suficientes y oportunos.
Los sindicatos hace mucho tiempo que se convirtieron en nido de vivales que lejos de defender la fuerza laboral la traicionan y se enriquecen cínicamente a costa de sus agremiados. El petróleo, el agua y la energía se enmarcan en "empresas paraestatales” que solo sirven de caja chica donde todos llenan sus bolsillos en completa impunidad.
Los partidos políticos dejaron de ser foro y plataforma donde los ciudadanos podían alzar la voz contra los malos gobiernos y además tener la oportunidad de servir a su patria al llegar a puestos de elección popular, ahora convertidos en agencias de colocaciones, acceso al poder y recurso humano de complicidades.
Aplaudimos esta era de "reformismo”, pero que las reformas sean a fondo y con el fin de mejorar; no de medrar; con el objetivo de abrir las puertas de la innovación, del desarrollo y evitar el despilfarro, el oportunismo y la improvisación.
Este deseo no es una utopía o un sueño irrealizable; es un proyecto que solo necesita un ingrediente: voluntad.


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